Consecuencias negativas de la pandemia en la salud mental

10.04.2020 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Es evidente que la actual pandemia provocada a finales del pasado año por la aparición repentina e inesperada del coronavirus covid-19 está causando verdaderos estragos en la población mundial, porque ya son centenares de miles las personas afectadas en todos los continentes y decenas de miles los seres humanos que han fallecido en esta crisis sanitaria de proporciones aún desconocidas.

La pandemia está ahí y se está combatiendo en todos los países de forma y manera lo más razonable posible, aunque no con todos os medios suficientes, porque han escaseado los elementos necesarios de protección, como simples mascarillas y guantes, o no existían bastante instrumental médico en las unidades de cuidados intensivos de la gran mayoría de los hospitales, como los respiradores artificiales necesarios para salvar miles de vidas.

Todo esto que escribo es una obviedad y no me parece oportuno profundar en el asunto, porque todos hemos comprobado la impotencia de los profesionales sanitarios, por no tener los medios adecuados, muchos de los cuales han muerto intentando ayudar y sanar a los afectados por el maldito bicho, y permítanme que lo llame coloquialmente así, porque este virus es muy cabroncete y se ha llevado ya demasiadas vidas por delante.

Expuesto lo anterior, quiero referirme a otras consecuencias secundarias, pero no menos importantes, que las medidas para frenar la expansión de la pandemia está causando en la salud mental de nosotros y, en particular, en determinadas personas que han tenido un pasado drogodependiente.

El confinamiento o arresto domiciliario decretado por las autoridades a la población está causando estados depresivos y de ansiedad en muchos de nosotros, no acostumbrados a la falta de libertad de movimiento, por una parte, además del temor que tenemos a poder ser infectados en cualquier momento, por otro lado.

Por lo que respecta a antiguos seres dependientes de determinadas sustancias adictivas, hay que destacar (y sobre todo, prevenir, que es lo fundamental) la posible recaída en esas malas costumbres, porque pensamos que muchos antiguos pacientes como fumadores de tabaco o de hachís, alcohólicos, cocainómanos, heroinómanos, etc. pudieran volver a caer en un pozo sin fondo, lo cual sería muy perjudicial para la salud de cada cual. Ese es un peligro que está ahí y que no lo podemos ignorar.

Psicólogos y psiquiatras van a tener que dedicar mayor tiempo a su vida profesional en los próximos meses, y no cabe duda de que las autoridades sanitarias --una vez controlada la pandemia y aniquilado el bicho-- han de redoblar esfuerzos, con la financiación adecuada y los medios humanos y materiales necesarios destinados a la salud mental de la población. Los políticos han de ser responsables también en este asunto y resolver adecuadamente el grave problema de las drogodependencias, que se va a agudizar a corto plazo. Más vale prevenir que curar, pero hay que ponerse manos a la obra, para no lamentar luego males mayores. Pienso, luego existo.

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