12.12.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No sé si será por el excesivo número de vehículos que circulan en esta isla de Tenerife (cerca de ochocientas mil unidades para una población de un millón de habitantes), si será por el estrés que producen las colas y los atascos o porque cada vez somos menos respetuosos con los demás, en la actualidad proliferan por nuestras carreteras y calles conductores/as muy violentos y agresivos.
Este martes por la tarde me gocé un espectáculo digno de una comedia italiana, porque dos coches colisionaron ligeramente en un cruce en el barrio santacrucero de La Salle, más bien un pequeño roce sin mayor importancia, en el que se vieron implicados un Toyota gris y un Seat blanco. A los mandos del primero estaba un hombre que iba marcha atrás para aparcar en un hueco, y vio cómo la conductora del segundo vehículo topaba con él, sin percatarse del intermitente y de la maniobra que el vehículo japonés estaba haciendo.
Ni corta ni perezosa, la señora se negó a mover su coche, no quiso firmar un parte amistoso con el otro implicado en el roce y señaló que no se iba de allí hasta que llegase la policía. En medio de todo el follón montado por la susodicha, aparece en escena, conduciendo otro vehículo, una amiga de ella, que insulta y amenaza de muerte al señor del Toyota, a quien se dirige echándole la culpa del pequeño percance y al que le dice que "ya nos veremos algún día en las urgencias del hospital donde trabajo y verás".
Esta señora, a la que nadie le había dado velas en este entierro, se marcha del lugar y aparece de nuevo a los pocos minutos y tras llamar al señor de todo (desde "borracho de mierda, maricón y machista" hasta desearle la muerte), avisa por teléfono a la policía para decirle que ha sido agredida, cuando el conductor del vehículo lo único que hizo fue sujetarle un brazo para no ser golpeado por ella, a pesar de lo cual recibió varios puñetazos y tortazos de la citada y entrometida mujer, que le lanzó las gafas al suelo al hombre y tuvo hasta que ser sujetada por varios testigos que contemplaron el incidente.
A todo esto, sin entrar en mayores detalles, ¿qué necesidad tenía esta señora de meterse donde nadie la llamó, ponerse en una actitud violenta y agresiva y echarle la culpa del roce a uno de los implicados, si ni siquiera estaba presente cuando se produjo el leve siniestro?
Cada vez me dan menos ganas de conducir, visto lo que veo casi todos los días. Insultos, gritos, agresiones, falsos testigos... Una auténtica carajera. Qué pena, de verdad.
Imagen de archivo: taringa.net