24.03.2025 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Comentamos con frecuencia que el tiempo pasa muy deprisa. El novelista estadounidense Nathaniel Hawthorne, en su libro El fauno de mármol, describe que “el tiempo vuela sobre nosotros, pero deja su sombra detrás”. Sin darnos cuenta los años suman y en cambio hay circunstancias que no evolucionan. Un ejemplo paradigmático es lo que sucede con la movilidad y la ejecución de obra pública viaria en Tenerife. Seguimos soportando los atascos y no hay acciones concretas operativas, más bien empíricas, que procuren desatrancar lo que está colapsado. Es imposible avanzar de alguna manera, todo lo contrario, seguimos igual que, con el paso de cada Legislatura, significa que estamos peor.
Un ejemplo es más que suficiente para demostrar lo que decimos. El peor enemigo de los políticos es la hemeroteca, porque los deja en evidencia. El 3 de agosto de 2017, hace ocho años, en este mismo periódico, EL DÍA, se publicaba un titular en la página de portada, como noticia destacada, donde se explicitaba, “15 millones en dos años para evitar los colapsos en la TF-5, el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento lagunero presentaron ayer las ocho obras para agilizar el tráfico. La más importante, la ampliación del tercer carril desde Guamasa al aeropuerto de Los Rodeos”. Los gestores que presidian entonces las tres instituciones mentadas llegaron a declarar que pedían "paciencia a los ciudadanos porque habrá obras durante los próximos dos años y medio", concluyendo su rueda de prensa señalando que "estas obras van en serio y son realidades que los ciudadanos verán en dos o tres años".
Todavía estamos esperando, porque todo se quedó en esa aparición mediática, ya que de licitación y ejecución de obra mejor es no hablar, para no escandalizar, dejar caras coloradas y vergüenzas al aire. Ese mismo día tuve la oportunidad de reclamar públicamente, como presidente de FEPECO, patronal del sector e industria de la construcción en nuestra provincia, la promoción de las obras de infraestructuras básicas que requiere nuestra isla, porque en ese momento, igual que pasa ahora, ¡es el tiempo estancando! sólo había declaraciones y nada en hechos concretos. Insistía que “todo son problemas y dilaciones, falta de diálogo y proyectos que casi nunca ven la realidad y es muy difícil que lleguen a inaugurarse” añadiendo que Tenerife necesita urgentemente que se pase de proclamas, anuncios y proyectos a realidades tangibles, machacando con toda razón que, “vemos que en las otras islas se anuncian, se proyectan, se ejecutan y se inauguran las infraestructuras que necesitan”.
Pues casi una década después de este anuncio rimbombante, casi nada ha cambiado, lo importante sin hacer, lo urgente sin resolver, esperando por declaraciones de impacto ambiental, recursos, informes jurídicos o técnicos. Todavía, es para la total desesperación, discutiendo lo que hay que hacer o priorizar, porque cada “maestrillo tiene su librillo” que quiere imponer a los demás y a la entera sociedad tinerfeña, en una egolatría supina, que hace mucho daño.
Las colas continúan, los embotellamientos son espantosos, cruzar un puente, pasar una glorieta o rotonda, significa toda una audacia personal en serenidad, temple o aguante. El tiempo no pasa en balde, produce un desgaste emocional, económico, deterioro de la convivencia social y desapego, con toda razón, hacia la política, los partidos y los gestores públicos. No hay manera de concretar fecha de reuniones, porque no se sabe a que hora se puede llegar, todo depende de la densidad de la cola en ese día, en el momento preciso. Ya no digamos llegar a los aeropuertos o puertos para viajar, cuantos perdidos en las carreteras.