30.09.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez.
pacopego@hotmail.com
Me perdonarán, amables lectores, que haya titulado con esta frase tan manida el presente comentario, pero no se me ocurre una frase más elocuente para hablar de la horrible indefinición del nuevo Partido Socialista Canario-PSOE, tras la reciente elección de Ángel Víctor Torres como secretario general en el Archipiélago de dicha fuerza política.
La inmensa mayoría de los progresistas de estas Islas nos habíamos ilusionado por este nuevo líder socialista canario, porque pudiera encabezar una alternativa válida de poder regional a este horrible e interminable dominio de Coalición Canaria, anclada en los sillones gubernamentales desde hace más de treinta años de régimen autonómico, porque pensábamos que Torres iba a higienizar la vida política y aportar nuevos aires frescos a la res pública.
Pero resulta que no. Don Ángel Víctor nos ha salido rana y mucho lo siento por este sufrido pueblo, que va a tener que seguir soportando el mal gobierno de Coalición Canaria, como mínimo, hasta que concluya la presente legislatura, dentro de año y medio; a un período incluso mayor si estos supuestos nacionalistas buscan alguna argucia indeseable o se valen de cualquier artimaña poselectoral para seguir, in aeternum, en el poder ejecutivo, a pesar de que no cuenta con los apoyos parlamentarios necesarios, lo que convierte esta situación en algo realmente kafkiano.
Resulta que el tal Ángel Víctor se ha mostrado partidario de un gran pacto social, algo que para mí es una simple entelequia; y como ha dicho Márquez, de Podemos, si el PSOE está dispuesto a dar oxígeno a Clavijo y su gobierno, serán responsables los socialistas de haber perdido una oportunidad histórica para las fuerzas de progreso en las Islas, con lo que ello representaría para avanzar en el bienestar social de los habitantes de este Archipiélago, muchas veces abandonado al capricho de poderosos intereses económicos que para nada tienen en cuenta las demandas populares.
Y me despido, muy triste, volviendo a escribir el título de este análisis periodístico: como éramos pocos, parió la abuela. ¡Ay, Dios mío¡