17.08.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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En cuanto a actividad del sector turístico, Tenerife era ya conocido como un destino preferido por muchos visitantes nacionales (que en su mayoría venían en luna de miel "para conocer Canarias") y europeos, principalmente del Reino Unido, ya que el Puerto de la Cruz se convirtió, ya desde finales del siglo XIX, en una población muy atractiva, para disfrutar de su clima --sobre todo en invierno--, en determinados círculos sociales de Gran Bretaña, como sucedió también con la cercana isla portuguesa de Madeira.
En 1968 no existían grandes urbanizaciones para alojar a los turistas, si bien empezaron a proliferar los establecimientos hotelero en el Valle de La Orotava y algunos apartamentos en zonas del Noreste de Tenerife (en Punta del Hidalgo y Bajamar) y en el Sur de la Isla, principalmente en El Médano y en el pueblo pesquero de Los Cristianos, muy conocido este por turistas de nacionalidad sueca, ya que el gobierno de este país escandinavo construyó aquí una clínica de rehabilitación parta lesionados medulares que venían (y siguen viniendo) desde Suecia por la benignidad del clima de la vertiente meridional tinerfeña.
Aún no se había "inventado" el turismo de masas y ciertamente los visitantes atraídos por la belleza de la Isla tenían alto poder adquisitivo (realizar viajes de placer en aquella época era un auténtico lujo), vestían elegantemente y gastaban mucho dinero en destino.
Hace cincuenta años, había aún pocos hoteles en Tenerife, destacando los situados en el primer frente de la playa de Martiánez (aún no se había hecho realidad el Lago ideado por el genial artista conejero César Manrique, inaugurado en los años setenta), como "Las Vegas", "Atlantis" o "Tenerife Playa". En Bajamar existía el "Nautilus", en primera línea, al lado de las piscinas naturales, en El Médano el hotel homónimo y en Los Cristianos el "Moreque" y alguno más, así como los apartamentos "Las Torres" y la popular pensión "Reverón".
Playa de las Américas no existía como tal y en aquellos eriales creo que solo se podían distinguir dos edificios, el del hotel "Europe", si no estoy equivocado, y el de la central de la Compañía Telefónica, en medio de un polvoriento desierto.
Por lo que respecta a Santa Cruz, la capital contaba con pocos establecimientos alojativos de calidad y sólo destacaban, entre otros, los hoteles "Mencey", "Plaza" y "Anaga" y numerosos hostales y pensiones. La playa de Las Teresitas, de arena negra y callaos, no había sido transformada aún, como la vemos hoy.
(continuará