Colegios: la habitación del pánico

20.09.2020 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

En tiempo de vacas gordas todos somos “superestupendos”. La verdadera cara de nuestro sentir, de nuestra ética… asoma cuando llegan las dificultades. Es ahí donde lo mejor o lo peor de nuestra condición humana sale por los poros como sale el agua por la alcachofa de la regadera. Unos, como culebras asustadas, serpentean por las alfombras hacia los rincones más oscuros. Otros, que son de por sí generosos y valientes, arriman el hombro para no entorpecer la dura tarea de quien tiene que organizar la situación sobrevenida.

Y así estamos desde que empezó la pandemia. Todo el mundo sabe algo nuevo sobre el Covid. Ahora la habitación del pánico está en el regreso a los colegios. Los políticos se fueron de vacaciones y no hicieron los deberes. También los compadezco, pobres. ¡Qué sabe nadieee¡, cantaba Raphael. Pues eso. Que termina la primera semana de septiembre y aún no sabemos cuándo va a ser la vuelta presencial de los alumnos. Como decía un “gif” sobre el doctor Simón, “este curso se desarrollará por fases: un día irán los profesores y otro los alumnos”. Pluscuamperfecto.

Bromas aparte, lo que se ha hecho en los colegios, no lo duden ni un segundo, lo han llevado a cabo los profesionales de los centros públicos, concertados y privados. Ellos, como anteriormente los sanitarios, sí tienen amor propio. Del lío que se avecina con el necesario regreso escolar solo nos sacarán los profesores y todos los profesionales que trabajan en los centros.

Los proyectos son las personas. Algo que se multiplica cuando lo que tienes que superar es una crisis tras otra, un problema tras otro, no solo un proyecto. Como sucedió con la sanidad, será la sociedad real la que pondrá los pupitres en su sitio. De arriba les llegarán órdenes confusas, pasos adelante y pasos atrás, en función de las rentabilidades electorales y de ecuaciones de pactos. Ya vieron cuánto se quejaban algunos presidentes autonómicos del mando único. Después, cuando lo dejan en sus manos… ¡Ay Dios mío¡. ¡Peeeeedrooooo¡, como Penélope en el primer Óscar de Almodóvar.

¿Recuerdan como fue aquello de las clases “on line”? Pues con el regreso a las aulas, viviremos algo parecido a lo que hemos pasado con las clases on line. Como en todos los trabajos, hubo los que sacaron sobresaliente y otros a los que fue mejor no calificar, porque el odio es un veneno que corroe al que lo practica.

Hubo docentes sin vocación que aprovecharon la pandemia para las vacaciones más largas y me temo que más aburridas de sus vidas. La lujuria del vago. Allá ellos. Confiemos en el coraje de la mayoría, en los excelentes currantes de la educación, para que el caos no sea la nueva normalidad de los alumnos. Ni de las familias que, por cierto, habrán de dotarse de paciencia, de comprensión y sentido común; y sacar cuanto de bueno guarden porque va a hacer mucha falta. Bastante tienen los equipos directivos y el profesorado como para que les ataquen por otro flanco. Dicho queda. Feliz domingo.

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