12.10.2019 | Redacción | Opinión
Por: Manuel Cabrera Martín
Portavoz y Concejal del Grupo Político Municipal ASG en el Ayto. de Alajeró
Con permiso de una de las primeras figuras de la novela española, Miguel Delibes, he considerado de lo más acertado nombrar este artículo de opinión, tomando prestado el título de una de sus novelas: “Cinco horas con Mario”. Como resumen muy breve para quien no haya tenido la oportunidad de leerla, Carmen (o Menchu), que es la protagonista, acaba de perder súbitamente a su esposo Mario. Una vez que se queda a solas con él, tras el velorio, se recrea a lo largo de la noche un monólogo repleto de reproches y críticas, entre la esposa y el cadáver de su difunto esposo. En la respetuosa versión de esta obra que ideo en mi cabeza, identifico al pueblo de Alajeró con el personaje de Carmen, quien amonesta por activa y por pasiva a Mario (personificado en la figura de nuestro “buen Alcalde”, Manuel Ramón) el hecho de desoír y desatender sus requerimientos incesantemente.
Uno de los últimos episodios ocurridos, que justifica el sinfín de críticas y amonestaciones que Menchu le hace al malogrado Mario, lo tenemos a la vuelta de la esquina. En las recientes fiestas en honor a Nuestra Señora de El Paso, la seguridad de los participantes y el personal colaborador, en términos generales, estuvo marcada por desajustes y fallos de libro. El día de la bajada, sábado 14 de septiembre, el enorme dispositivo de seguridad pública se redujo a una única patrulla de la Guardia Civil, quienes realizaron una labor hercúlea ante la ingente cantidad de personas, pero que evidentemente, resultó del todo insuficiente. Para más INRI, se produjo un accidente de tráfico cerca de la casa del Sr. Alcalde, al cual presté asistencia gustosamente ¿Dónde estaba la Policía Local de Alajeró? Arrestada. ¿Por qué no se solicitó la presencia del Cuerpo General de la Policía Canaria? Pues vaya Ud. a saber, ya que adivinar los planes que tiene en mente nuestro Alcalde, es lo más parecido a interpretar los posos de café del fondo de una taza.
Otra de las notas disonantes en estas fiestas se produjo cuando, ante una emergencia sobrevenida, uno de los vehículos de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de La Gomera, tuvo que desplazarse y desgraciadamente, colisionó con otro vehículo. Lo verdaderamente lamentable de este accidente fortuito fue que, cuando Protección Civil acudió al Ayuntamiento para acogerse a la cobertura del seguro de responsabilidad civil, obligatorio en este tipo de evento, una vez más, nuestro buen Alcalde se sacudió las vestiduras, y despejó balones hacia la Comisión de Fiestas. Realizada la petición a la susodicha Comisión vecinal, cuál fue la sorpresa que se llevaron cuando al más puro estilo sueco, aquellos dijeron “mi no entender”. O sea, mucho bombo y platillo para que la ley se cumpla por todos, pero sin olvidar la ley del embudo: lo ancho para Menchu (el pueblo), y lo estrecho “para Mario”. No me extraña que los propios trabajadores estén deseando dar sagrada sepultura (entiéndase, en sentido figurado y no de otra manera) al malogrado Mario, y estén perdiendo el miedo de denunciar ante Juzgados, Inspección de Trabajo, Jefatura Provincial de Tráfico y demás instancias oficiales, los atropellos y abusos que se están cometiendo.