Carta a un maltratador...

23.02.2017. Redacción.

Por: Marisa Ruiz Asensio.

Te hablo a ti, a quien impone una autoridad que para nada es necesaria, a quien necesita gritar para demostrar que es más hombre, a quien humilla y denigra con el único objetivo de sentirse el dueño de una persona que no es propiedad de nadie.

Quiero que sepas que lejos de ser un valiente por querer tenerla a tus pies y a tu servicio lo que eres es un cobarde, miserable, inseguro y desconfiado, un lamentable ser que no se merece tener a su lado a ninguna mujer ni disfrutar del cariño y la dulzura que puedan darle. Infundes un miedo que es el resultado de la agresividad e intolerancia que te define y sabes a ciencia cierta que como hombre no vales nada y como persona mucho menos. No quieres entender que ella nunca estará por debajo de ti, que no es tu sirvienta, que no has de controlar cada uno de sus movimientos y que no tiene que darte explicaciones sobre todas las decisiones que tome.

Te crees muy hombre cuando le gritas, cuando la insultas, cuando la amenazas o cuando le pegas pero créeme si te digo que estás consiguiendo que te odie un poco más y que jamás te quiera porque el verdadero amor conlleva respeto, algo de lo que tú careces. ¿Qué sientes cuando la estás amenazando? ¿Qué crees que siente ella? Te piensas que ha de perdonártelo todo por ser quien quieres, por ser alguien despreciable que trata como a una basura a la persona que dice amar y que no le importa darle una paliza si no ha hecho algo de lo que le has pedido. No eres más que un psicópata sin corazón con una mente retorcida que se cree que tiene el control sobre alguien sin percatarse que no es dueño de nada, solo de los aberrantes actos que comete.

No entiendes que ella quiera trabajar quizás porque en el fondo sabes que lo hacer mejor que tú y no te necesita para nada; no quieres que salga con sus amigas tal vez para que no vea el mundo real, aquel que tu le escondes asustándola e imponiéndole tus ordenes; le prohíbes que tome decisiones queriendo siempre implantar tu voluntad y si algo no sale bien le echas la culpa a ella sin aceptar que eres tú el incompetente e inepto incapaz de llevar a cabo nada que merezca la pena. Jamás te va a querer porque está contigo por miedo, porque sabe que eres un loco, un ser depreciable e infame rastrero plagado de maldad y de cinismo que se ha puesto como meta en la vida acabar con ella. De lo que no te das cuenta es que por muy hombre que creas ser cuando le levantas la mano o la humillas en público dejas a relucir el tipo de rata apestosa que de verdad eres. No mereces que nadie te mire, que nadie te escuche, que nadie te hable y que nadie deposite en ti ni una sola pizca de consideración porque el destino que de verdad mereces se halla a dos metros bajo tierra y antes de pensar en acabar con ella deberías de pensar en acabar contigo porque si hay alguien en esta historia que merece vivir no eres tú.

No quieres comprender que no puedes obligarla a estar contigo, aunque dudo que ni siquiera intentes entenderlo ya que ese estúpido cerebro que tienes no da para mucho, solo para idear la forma de hacer más daño a la persona que dices amar. No asimilas que el amor significa libertad y no sumisión, el amor no es necesidad sino opción a elegir y has de respetar cada determinación que ella tome pero no lo harás porque eres un miedica consentido que no quiere estar solo ya que en el fondo sabes que ni tú mismo eres capaz de aguantarte. Desde el primer día que le impusiste tus normas dejaste de ser el hombre del que ella se enamoró para convertirse en un monstruo deleznable que está arruinando con su maldad la vida de un ser humano.  

Marisa Ruiz Asensio

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