01.04.2023 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
La historia de muchas ciudades está marcada por los nombres que les dieron sus pobladores, que prevalecieron siempre a las denominaciones oficiales impuestas por las autoridades del momento.
Variados y múltiples ejemplos tenemos en estas Islas atlánticas y más concretamente en Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna.
En el centro histórico lagunero nadie se refirió nunca al nombre que se le dio del general Franco en los tiempos de la dictadura, ya que es vía es conocida como la de Herradores, aunque tuvo otras denominaciones en el pasado. Lo mismo ocurre con La Carrera, a la que nadie llama calle del Obispo Rey Redondo, un prelado que nunca ha sido recordado sino en la correspondencia oficial.
Tampoco en la capital tinerfeña se reconoce a La Noria como de Domínguez Afonso, ni la calle de Los Campos como la de José Naveiras. De la misma manera el nombre de Las Ramblas nunca se olvidó cuando se les impuso la denominación del general que encabezó el golpe de Estado contra la II República en 1936.
Volviendo a la ciudad de los adelantados castellanos, los nombres populares sigue vigentes en numerosas vías, como Los Álamos (en lugar de Tabares de Cala), la del Agua (Nava y Grimón), o la misma Plaza de la Catedral (que se llegó a llamar de Fray Albino o de Los Remedios), o también la vía del Jardín, ahora llamada del Padre Anchieta.
Por poner otros ejemplos, en Santa Cruz "conviven" dos nombres para una misma calle, como la de El Tigre (en referencia al cañón que dejó manco al almirante Nelson cuando quiso conquistar la ciudad), ahora llamada Villalba Hervás, histórico diputado tinerfeño; como San José y Bethencourt Afonso o la calle del Norte, denominada en la actualidad como Valentín Sanz.
Está claro que, en lo que se refiere al nombre de las vías públicas, el pueblo es también soberado y antepone, por tradición o por costumbres muy arraigas unas denominaciones a otras, como el último y fracasado intento del Ayuntamiento chicharrero de poner Club Deportivo Tenerife (coincidiendo con el centenario de la entidad) a la calle que siempre fue y seguirá siendo conocida como la de San Sebastián. No se debe ir nunca contra los deseos de un pueblo, también en esto asunto del nombre de las vías.