Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval, es más bello vivir cantando.

Mari Carmen García Mora

Psicóloga Sanitaria

Colegiada T-1412

Así nos cantaba nuestra querida Celia Cruz: ¡Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando¡, y el refranero también dice: “El que canta, su mal espanta”. Y ambos tienen razón, cantar, la música nos hace la vida más fácil.

Por eso estos días de carnaval, han sido tan divertidos, nos han hecho sentir más enérgicos…y nos sentimos más tristes cuando acaban.

La música influye sobre nuestro ritmo cardiaco, nuestro pulso, estimula nuestra actividad neuronal, influye en nuestras emociones y en nuestras percepciones. Los mecanismos fisiológicos que la música produce en nuestro organismo son complejos y difíciles de explicar. Pero a modo de resumen, podemos ver que los principales beneficios de la Música en adultos serian:

  • Cambios positivos en el estado de ánimo de las personas.
  • Ofrece un control de la vida que nuestra rutina puede hacernos perder.
  • Mejora la socialización con los demás.
  • Reduce el estrés.
  • Disminuye la ansiedad.
  • Nos permite tener más capacidad para resolver los problemas.
  • Ayuda a sentirse mejor en personas con enfermedades degenerativas.
  • Ayuda en el tratamiento de dolores crónicos y otras enfermedades.

Y los efectos beneficiosos de la música en niños, lo podríamos resumir en:

  • Ayuda a mejorar en el aprendizaje y a tratar las dificultades en este campo.
  • Mejora los problemas de conducta.
  • Ayuda al tratamiento y desarrollo de niños con trastornos del desarrollo.
  • Mejora la autoestima.
  • Mejora la socialización.

La música por lo tanto nos ayuda a mejorar nuestro bienestar. Y tenemos música en nuestra televisión, en el móvil, en el ordenador, en la radio, vivimos rodeados de música y no la utilizamos.

Además, el repertorio musical es tan amplio que tenemos música para alegrarnos, música para hacer deporte, música para cuando estamos tristes, música para relajarnos, música para el dolor, para dormir, para enamorar, y podríamos seguir ya que la música envuelve nuestra vida.

Si al oír música le añadimos cantar, los beneficios aumentan considerablemente ya que implicamos más partes del cuerpo en este acto y la producción de endorfinas (el neurotransmisor que nos “hace sentir bien”) se dispara.

Los beneficios de cantar sólo o en grupo, pueden resumirse en el bienestar general de todo el organismo. Y además los beneficios de cantar son independientes de que cantes bien o mal. Así cantando:

  • Aumentamos nuestra sensación de bienestar.
  • Tonificamos los músculos abdominales e intercostales y el diafragma, estimulando la circulación y fortaleciendo el sistema inmunitario.
  • Aumentamos nuestra capacidad aeróbica, al controlar la respiración.
  • Fomentamos la estabilidad en los latidos del corazón, haciéndolo así más fuerte y sano.
  • La piel del rostro se vuelve más elástica, retrasando el envejecimiento ya que todos los músculos están trabajando sobre este ejercicio que supone el canto.
  • Permite ejercitar la capacidad de concentración y memoria: gracias a la respiración que es capaz de suministrar el aire a los pulmones y que permite impulsar y favorecer la circulación sanguínea.
  • Activa el sistema nervioso parasimpático compensando la actividad nerviosa simpática del organismo y notamos una sensación de tranquilidad, algo fundamental para lograr relajarnos.

Y podríamos seguir enumerando beneficios de escuchar música y de cantar ya que son infinitos.

¿Qué excusa tienes entonces para no oír música y cantar? Es algo sencillo, algo que no tiene que ser caro y que no tienes que hacer bien, simplemente hacerlo. No va a solucionar tus problemas, no va a curar tu enfermedad, pero si va a ayudarte a llevar mejor los problemas y/o enfermedades, mejorar tu estado de ánimo, tu físico y tu capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida.

¡Pon la música y canta ¡

En la ducha, en el coche, en casa, en el tranvía, de paseo, sólo, en compañía…

Enciende la música, canta, se más feliz

 

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María del Carmen García Mora

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