26.06.2023 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Celebradas las elecciones Autonómicas y locales, conformados los ayuntamientos, a la espera de los gobiernos en los Cabildos y Ejecutivo Regional, empieza la colocación de las piezas del tablero político, es decir, las responsabilidades que cada cual va a asumir, con sueldo más dieta, previsiblemente, durante los cuatro próximos años. Los que se van a la oposición, se quedan con las ganas, tristes, sin nada donde agarrarse, para conseguir algún sustento.
Llegar hasta el momento actual, ha sido muy arduo, peleas internas, unas soterradas, otras públicas, en todos los partidos políticos, para intentar colocarse en las listas electorales en puestos de salida. Los desengaños abundantes, las venganzas dolorosas, las traiciones por doquier, las peticiones por estar angustiosas. Han sido momentos de ansiedad, porque literalmente les va la vida o mejor expresado, la subsistencia en ello.
Es el agobio del “sueldólogo”, aquel que vive nada más que de ocupar cargos públicos, porque no tiene otra fuente de ingresos por varias razones, una, porque desde joven ha estado en el partido que le toque, haciendo de todo, antes pegando carteles o rellenando sobres, llevándole el café al líder de turno y siendo muy sumiso a las órdenes recibidas, ahora, utilizando las redes sociales para ensalzar a quien corresponda, acompañándolo, con la risa de oreja a oreja, por todos lados a cualquier hora, para que se acuerden de él o de ella, por si acaso se olvidan a la hora de confeccionar las correspondientes candidaturas. Son los burócratas de partido. Otra razón, es todavía más rocambolesca y que se debe a cuestiones familiares, en Canarias se da mucho, algunos o algunas, aunque sabemos de sobra que es una exageración, podríamos decir, que ya tenían la dirección general, la consejería o el acta de concejal, reservadas desde la cuna de la infancia, porque la herencia también es parte de la política local. Conocemos muchos nombres, que han pasado, están y que seguirán por esta vía fácil de entrada en la política, cargos institucionales, administrativos y de otra índole. Es que la sangre, tanto azul como roja, ayuda mucho a progresar. La tercera razón, viene dada por el oportunismo, denominado despectivamente, tránsfuga, refiriéndose al sujeto que va cambiando de partido, incluso de ideología, si alguna vez la tuvo, según convenga y como vaya apreciando las posibilidades de ubicarse entre todas las opciones posibles. Lo que le conviene es estar, da lo mismo con quien.
Para los que han conseguido meterse, incluso con calzador, respiran tranquilos. Comienza para ellos o ellas, una etapa ilusionante, especialmente por las entradas económicas, que significan tranquilidad emocional, personal o familiar y sobre todo, unos ingresos, que fuera de la política, no tendrían capacidad, ni preparación académica para conseguir, ni soñando.
Pero como “No hay cama pa´tanta gente” como dice el título de la famosa canción de la orquesta de Puerto Rico “El Gran Combo”, hay que inventarse una opción sigilosa y engañosa. Se trata de los cargos de confianza. Todo el que no ha entrado por la puerta principal, lo hace ahora por la cancela de servicio. No se necesita contar con méritos o conocimientos previos, porque lo partidos políticos no dejan a sus leales tirados, ahí están, las empresas públicas, echadero preferido, pero también, los estrambóticos asesores, que generalmente no saben de nada, pero sirven, por lo menos, para hacer algún recado.
Este es el perfil mayoritario de nuestra mediocre clase política canaria. Pero también, hay que destacar que los hay muy serios, preparados, capacitados y que cuando no renuevan el cargo, vuelven a sus trabajos profesionales que tenían antes, con toda normalidad. Son pocos, pero unos héroes.