Aquí "no hay cama pa tanta gente"

30.06.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Digan lo que digan quienes lo afirmen, aquí, en este Archipiélago atlántico y fragmentado "no hay cama pa tanta gente" y parece una absoluta estupidez que la mayoría de los partidos políticos quieran ampliar el número de escaños en el Parlamento de Canarias de los sesenta actuales a setenta y que haya quienes apuesten por hasta setenta y cinco puestos electos.

Si tenemos en cuenta que un Estado como el de España, con cuarenta y ocho millones de habitantes, posee 350 escaños en su Cámara legislativa más importante, el Congreso de los Diputados, no se entiende bajo ningún concepto que una región pobre como la nuestra, con solo dos millones de personas, aspire a tener tal número de parlamentarios, como no sea para satisfacer las aspiraciones de determinados líderes políticos que quieren eternizarse en un poder legislativo que, en realidad, poco tendrá que hacer en el futuro a la hora de elaborar nuevas leyes autonómicas.

Y es una vergüenza que los actuales diputados autonómicos canarios cobren altísimos emolumentos fijos todos los meses del año, además de dietas y comisiones por asistencia a plenos y a reuniones diversas, para que encima se prevea aumentar el número de parlamentarios, algo a lo que está condenada esta silenciosa ciudadanía isleña, porque todos los partidos , en lugar de proponer una disminución razonable y lógica en el número de escaños, son partidarios de constituir la próxima legislatura con una cámara hinchada artificialmente para satisfacer los deseos de poder y de "mamancia" de quienes se dedican en estos peñascos atlánticos a "servir" al bien público. Porque parece que lo único que les interesa son mayor número de poltronas, todas ellas lo mejor remuneradas económicamente posible.

Menudo ejemplo están dando estos "servidores de la sociedad" que solo miran el engorde de sus bolsillos, en lugar de preocuparse por las necesidades reales de un pueblo que les reclama honradez, decencia y vergüenza. Y como lo siento, lo expreso. A mí y a muchos de los ciudadanos de a pie como quien esto escribe, se nos caería sencillamente la cara de vergüenza. Vamos, como para no salir a la calle nunca más. Pero estos elementos, queridos lectores, tienen un rostro que se lo pisan. Y cuanto más clarito, más amigos. ¡Qué fácil es administrar el dinero de los demás y llevarse la mejor tajada del pastel¡ ¡Qué asco¡ Y que nadie me diga que soy un demagogo, sino una persona con la cabeza sobre los hombros, decente y honrada, a la que le provocan náuseas estas auténticas indecencias.

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