Aquella trágica excursión.

27.09.2017. Redacción / Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Hace ya unos cuantos años, al principio de la década de los noventa --si no recuerdo mal-- un grupo de amigos laguneros amantes de la Naturaleza hicieron una excursión por Anaga y descendieron hasta Punta del Hidalgo desde la cumbre, pateando diversos senderos.

En la travesía a pie, en determinados momentos parecieron ver una "sombra" por el monte y uno de los más experimentados de la expedición, como medida de preventiva, les pidió a todos los excursionistas que se agruparan muy juntos, por si las moscas.

Al rato se encontraron por aquellos frondosos senderos a una pareja de ancianos extranjeros que ascendían hasta la cumbre y compartieron con ellos comida y un ratito de charla, como suele ser habitual en estos casos.

Debido a la avanzada edad, alguien del grupo local les aconsejó a los dos turistas que fueran con ellos, porque algún fatal presentimiento se le pasó por la mente. La pareja no obstante, rechazó la proposición, dijeron que estaban muy bien y que su intención era seguir ascendiendo y no volver a bajar, por lo que siguieron su camino...

Varios días después, ante el asombro de los senderistas tinerfeños, un periódico local publicó la noticia de que habían aparecido asesinados dos turistas extranjeros de avanzada edad en el monte de Las Mercedes, con lo que la noticia les conmocionó, porque aquella pareja había sido víctima de aquel peligroso delincuente llamada Dámaso, natural de la zona, que años más tarde murió por aquellos pagos, rodeado y perseguido por la Guardia Civil, a la que tuvo en jaque durante varias semanas, tras haber cometido otros asesinatos durante un permiso carcelario del que disfrutaba aquel monstruo.

"Maso" no tuvo poco con matar a aquellos ancianos, sino que además violó salvajemente a la mujer y luego colgó a los dos cadáveres de un árbol, con las medias de ella.

Dámaso fue un peligroso asesino, que ya forma parte de la historia negra de Canarias. En su historial figuran otros homicidios, como el del joven Baldomero, al que mató de un tiro mientras estaba con su novia una noche dentro de un coche practicando juegos amorosos en el monte.

La pistola que utilizó la había robado previamente a un oficial del Ejército de Tierra, en una tienda de campaña, durante unas maniobras militares en Anaga. "Maso" conocía toda la comarca a la perfección y, como lobo solitario que era, sabía donde los cazadores guardaban conservas de alimentos en algunas cuevas y tenía localizados todos los nacientes de agua del macizo tinerfeño.

Quien más sabe de toda esta negra historia es mi compañero Pepe Moreno, director de contenidos de "El Día", que escribió un amplio texto novelado, aún inédito. No entiendo por qué ninguna editorial quiso publicar hasta ahora ese documentado e interesantísimo libro.

 

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