18.12.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Todos los habitantes de Canarias deberían saber que vivimos en una zona volcánica activa y que no sería de extrañar que, en cualquier momento, se produjera una erupción en cualquiera de las Islas, por lo cual se ha establecido, desde hace años, una red de vigilancia sísmica, dependiente del Instituto Geográfico Nacional, para detectar cualquier anormalidad en el subsuelo terrestre.
La última erupción constatada tuvo lugar en el fondo del mar, a escasos kilómetros del sur de la Isla de El Hierro, en La Restinga, en el año 2011. La lava emitida por dicho volcán no llegó a emerger a la superficie, aunque sí se vieron flotando algunas bombas procedentes del cráter, que fueron posteriormente bautizadas como "restingolitas".
Puede afirmarse que esa fue la última de las erupciones históricas, aunque hay quien sostiene que ha habido posteriores crisis eruptivas submarinas, entre Tenerife y Gran Canaria, en el llamado Volcán de En medio, que ya se eleva unos cuatrocientos metros sobre el lecho marino existente entre las dos Islas centrales y más pobladas del Archipiélago.
Con anterioridad a la erupción de El Hierro se produjo, en 1971, la del volcán Teneguía, situado muy cerca de la costa de Fuencaliente, en el sur de la Isla de La Palma, donde también se produjo años antes, concretamente el 24 de junio de 1949, la erupción del Nambroque o volcán de San Juan, por haber estallado en la festividad del bautista, en la zona de Las Manchas, en el municipio de El Paso.
Decenios antes, se produjo otra erupción, la última acaecida en Tenerife, en las cumbres de Guía de Isora, en el año 1909 que, como todas las relatadas anteriormente, se saldó sin ninguna víctima humana, ya que se ha tratado de volcanes poco agresivos y que han afectado a superficies reducidas y despobladas.
Una mayor crisis volcánica histórica sí tuvo lugar en Timanfaya, en Lanzarote, entre los años 1730 y 1736, que arrasó gran parte de la superficie cultivable de Lanzarote y sepultó varias poblaciones, por lo que parte de la población conejera tuvo que emigrar a la vecina Isla de Fuerteventura.
También hay constancia histórica, después de la conquista de Canarias por tropas castellanas, de otras erupciones famosas, como las de Garachico y Güímar, en Tenerife, o la del volcán San Antonio en Fuencaliente (La Palma), a lo largo del siglo XVIII.
Nadie está en condiciones, ahora mismo, de predecir una próxima erupción en Canarias, pero ningún entendido en la materia es capaz de descartarla, porque el riesgo existe y seguirá existiendo por mucho tiempo.
En la foto, vista parcial del volcán de Nambroque, también llamado de San Juan, en La Pama (1949). Foto Wikipedia.