Antonio Santos Cruz, en el recuerdo

10.07.2018. Redacción | Obituario

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Este lunes me levanté como todos los días y, tras desayunar, encendí mi ordenador y me disgusté cuando vi en Facebook una nota de Bruno Juan Álvarez Abreu, un compañero del norte de la Isla, en la que anunciaba la triste desaparición de Antonio Santos Cruz, todo un símbolo de la Villa de La Orotava de la segunda mitad del siglo XX y todo lo que llevamos transcurrido del tercer milenio.

Conocí a Antonio a principio de los años setenta, en una Asamblea de la Federación Tinerfeña de Baloncesto, por su enorme vinculación con el deporte de la canasta como representante de la Villa y de los equipos del Colegio de los Salesianos, y aunque nos veíamos de Pascuas a Ramos, siempre tuvimos una agradable relación de amistad, que se acentuó por determinados vínculos personales y familiares con La Orotava y, en particular, con la familia de su mujer, emparentado con don Isaac Valencia, el famoso e histórico ebanista, padre además de quien ha sido alcalde del municipio durante caso cuarenta años, Isaac Valencia Domínguez.

Antonio también se dedicó a la política sin ser político, para defender los intereses de su pueblo y fue teniente de alcalde de la Villa como miembro de una asociación independiente, que años más tarde terminó integrándose en ATI y en CC, pero él nunca quiso saber nada de siglas de partidos. Él lo que pretendió siempre fue ayudar a sus convecinos, desde la más profunda vocación de servicio a la comunidad, sin exigir nunca nada a cambio.

Destacado empresario y comerciante, con ópticas y joyerías en La Orotava y Puerto de la Cruz y hombre de profundas convicciones religiosas, supo luchar durante años con una dolencia cardíaca, a la que sobrevivió con las enormes ganas de vivir que siempre tuvo, a pesar de los reveses en su salud.

Descanse en paz un hombre eminentemente bueno, de trato sencillo y agradable, que se granjeó el cariño y aprecio de todos los habitantes de la Villa, además humildemente y sin molestar nunca lo más mínimo a nadie. Estoy realmente apenado por su marcha, pero confío plenamente en que ya esté disfrutando de la Gloria al lado de Nuestro Señor. Si alguien merece esa recompensa es, precisamente, don Antonio Santos Cruz. Requiescat in Pacem. Amén.

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