23.09.2022 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
He sabido que algunos conocidos y compañeros han fallecido estos días y es muy cierto aquel dicho que afirma que "cuando un amigo se va, algo se muere en el alma". Para los que tienen un profunda fe en Dios y en el más allá debería ser motivo de alegría --como ocurre entre devotos de ciertas religiones--, pero a mí me entristece el hecho de pensar que no vamos a ver más a las personas que han iniciado ese "viaje" hacia otra dimensión en el Cosmos, totalmente desconocida por los que aún estamos vivos en este breve tránsito terrenal.
Como es obvio, no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos. Prisioneros entre el pasado ya vivido y el futuro por conocer, les confieso que yo no tengo a morir. Recuerdo que Ascensio, uno de mis abuelos, el padre de mi madre, pocas horas antes de dejar de existir le dijo a su hija que él no temía a la parca y, de manera contundente le espetó: "¿Acaso conozco yo a esa señora?".
Uno piensa que esta vida es como una autopista, en la que circulan muchos coches (las personas) y que una vez realizado un determinado recorrido --más largo o más corto, según el destino-- los vehículos se estallan o se salen de la vía y son llevados a la chatarra.
Lo que sí me preocupa, no obstante, es tener suficiente calidad de vida en el mis últimos años en este mundo, porque no me agrada (creo que a nadie) sufrir innecesariamente para terminar, como todo mortal, en una caja de madera, horas antes de ser enterrado o incinerado.
Todos debemos ser conscientes de que la vida pasa volando, de que nuestra estancia física por estos lares es efímera y, por eso mismo, debemos evitar conflictos, intentar ser amables con los semejantes y no hacer mal a nadie, para tener una estancia en este mundo lo más agradable posible, sin mayores problemas y obstáculos que los que nos sobrevienen de forma tan injusta como aleatoria, o por eso mismo.
No pretendo con ello dar consejos a nadie, porque nadie me ha dado ni yo me he otorgado esa potestad. Tampoco me corresponde, es evidente que se cae por su propio peso. Solo me gustaría decirles, queridos lectores, que esa es, por decirlo de alguna forma, mi manera particular de entender la vida, para disfrutar lo más posible de ella, sin meterme en asuntos que no me incumben y dejando hacer a los demás.
Allá cada uno con su conciencia. Les puedo decir que me encanta dormir plácidamente todas las noches, a pierna suelta (no con la pierna estirada, jaja) y que procuro siempre intentar ayudar a quienes tengo la suerte o la desgracia de conocer, lógicamente dentro de mis muy limitadas posibilidades, al menos en el aspecto material.
Solo quería compartir estos desordenados pensamientos con ustedes, en unos momentos tristes, por la desaparición reciente de unos cuantos apreciados amigos. Está claro que cuanto más años vivimos, por lógica, más coches veremos que salir de esta autopista, hasta que nos toque a nosotros coger camino para "el otro lado".