30.01.2020 | Redacción | Relatos
Por: Jesús Lara González de Quevedo
Hoy, viendo y oyendo un video sobre acoso escolar, los vellos se me erizaron y no pude dejar de pensar en una realidad que lleva tantos años rodeándonos, sin ningún afán de cambiar o de que nosotros mismos queramos cambiarla.
Yo, igual que el protagonista de esta historia. Desde que era niño siempre he sido muy alto y grande para mi edad, pero mi corazón era noble y sincero.
Recibí burlas de muchos niños e incluso de muchos mayores, que diariamente se reían de mí sin importarles como me podía sentir o como me afectaba todo aquello.
Durante muchos años estuve aguantando todas esas burlas y acumulaba en mi interior un odio intenso que no podía sostener más en mi interior. Era todo tan difícil, que uno deseaba acabar en un pozo oscuro y no salir nunca, que aguantar todo aquello todos los días.
¿Y sabéis que?
Que durante varios años cometí el mayor error de mi vida ó uno de ellos.
Un día que esos acosadores intentaron de nuevo humillarme, me enfrenté a ellos y sin controlar mi fuerza, los dejé a todos en el suelo atemorizados y huyendo de mí .
A partir de ese día mi ego creció e incluso en mi mirada se podía observar que algo había cambiado. Ahora el juego había cambiado.
Acabé siendo una persona que aprovechándose de su fuerza se convirtió en un ser al cual muchos temían y los intimidaba sin compasión alguna.
Y lo peor que ya no fue solo a los que me acosaban anteriormente, todo esto se me hizo grande y se convirtió en un círculo vicioso que me llevó a ser yo aquel acosador del cual tantas veces yo había intentado escapar.
Me costó mucho abrir los ojos para darme cuenta que estaba cometiendo un error muy lamentable y lamento el daño que causé por mis miedos a aquellos que se cruzaban en mi camino. Y lo peor, igual que dice este hombre en el video, es que nadie hizo nada nunca, ni cuando me pasaba a mí, ni cuando yo lo hacía. Todos miraban para otro lado, ignorando lo que estaba ocurriendo.
No duró muchos años, porque me di cuenta de ello y supe aprovechar toda mi fuerza, mis miedos y mi corazón para ayudar a todo aquel que se podía sentir débil al lado de otra persona.
Quise ayudarle a acabar con sus miedos y enseñarle el valor de cada persona, consiguiendo que se sintieran orgullosos de ellos mismos.
La vida me dio una nueva oportunidad y creo que supe aprovecharla. Por eso si me lees, abre también los ojos y mira lo que haces o dices a cualquier persona, sea niño o sea adulto.
Lo que nosotros creemos que es una simple broma, un apodo o querer reírnos de ello, para esa persona puede ser algo demasiado vergonzoso que le haga pensar el destino de su vida. Si, ¿seguir viviendo o desaparecer para siempre?
De verdad ¿quieres que llegue a eso? ¿Te podrás sentir orgulloso en algún instante?
Intentemos facilitarles la vida a las personas y no las destruyamos más de lo que muchas veces están.
Déjalo ser de la forma que sea y que disfrute siendo lo que quiera ser, sin miedos y sin traumas que después duran toda la vida.
En el colegio, en el trabajo, en la calle o en un bar o en cualquier situación, respeta siempre.
¡No al acoso en cualquier sentido de la palabra¡
Imagen: Pueblo Chico (La Orotava) Tenerife