19.03.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Sin duda se trata de un tema espinoso, pero no por ello hay que intentar ocultarlo a la opinión pública. Me refiero a un caso concreto de un profesor de la Universidad de La Laguna que presuntamente ha acosado sexualmente a varias de sus alumnas, que han tenido la valentía de denunciar al imbécil del docente ante las autoridades académicas.
Son casos excepcionales de salidos mentales que se producen más a menudo de lo que parece en la Universidad. La propia excepcionalidad de estos asuntos hace que sean más notorios y se conviertan en la comidilla de la comunidad universitaria. Estos casos, no obstante, no se deben coger con pinzas, porque no son baladíes.
Para sancionar estas acciones, si realmente se pueden demostrar, la ULL cuenta desde 2015 con un protocolo específico para la prevención, detección y actuación en los supuestos de acoso sexual o sexista, con el fin de esclarecer hechos de esta naturaleza y también, como es lógico, proteger la identidad de las víctimas y evitar represalias contra ellas.
Me preocupa que la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC), que es el grupo mayoritario de representación del alumnado, afirme que los casos de acosos sexuales por determinados profesores de la ULL no son "un tema nuevo", porque ello quiere decir que no se ha actuado con rigor para erradicar estas "prácticas".
En todos lados hay personas sinvergüenzas, y en la institución docente lagunera, como en otras universidades, también. Creo que el rector Antonio Martinón ha convocado una reunión urgente para analizar la denuncia presentada por un grupo de alumnas, que se han sentido vejadas por las insinuaciones y proposiciones de este docente, que debería ser inhabilitado para ejercer la profesión. ¿O no?