23.07.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Con el paso de los años, los políticos de este país se han convertido en una casta privilegiada con la que tenemos que acabar. Los cargos públicos deberían cobrar sueldos acordes con su trabajo y no estar renumerados con cantidades desorbitadas, que no ganan ni los directivos de importantes empresas y corporaciones privadas.
Hay que saber que los cargos públicos, electos o designados, tienen una serie de privilegios al alcance de muy pocos ciudadanos, que desde luego no deberían tener porque el coste de todos estos lujos y extravagancias salen del bolsillo de todos nosotros, del erario público.
Los concejales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife disfrutan, por ejemplo, de un seguro médico privado de alto coste, con cargo al presupuesto municipal, algo inaudito en una democracia, sobre todo teniendo en cuenta que la Sanidad pública en nuestro país tiene carácter universal.
Pero no sólo es eso, que sería hasta anecdótico. La práctica totalidad de cargos políticos en España, desde el más humilde concejal hasta los puestos más altos de la Administración poseen teléfono móvil gratuito, tabletas y ordenadores, cobran por los desplazamientos y tiene sustanciosas dietas y ayudas personales.
En el caso de los diputados y senadores, pueden viajar gratis y en primera clase en el medio de transporte que elijan por todo el país, sin limitación de veces ni de gasto, lo cual no es de recibo, por cuanto los parlamentarios son elegidos por una circunscripción determinada (provincia o isla) y no tienen necesidad de visitar, en función de su cargo, las demás regiones españolas.
No hablemos, por otra parte, de los llamados gastos de representación y otras prebendas de unos hombres y mujeres que parece que, en lugar de estar al servicio de la sociedad, se aprovechan de unos privilegios reservados solo para ellos.
Así me explico que se maten entre sí en las sedes de los distintos partidos por obtener un puesto de salida en las listas electorales y asegurarse un futuro de lujo, al menos durante un período ni inferior a cuatro años. De auténtica vergüenza.
Imagen de archivo: manuel-lopez-peralta.blogspot.com / CEDIDA