20.10.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Este domingo, después de tres derrotas consecutivas, el Tenerife tenía que ganar sí o sí. Pero reaparecieron los fantasmas del "Heliodoro" y los blanquiazules se tuvieron que conformar con un empate (3-3) ante el Racing de Santander que, sin hacer nada destacable, arrancó un punto de la Isla en los minutos de prolongación, porque el conjunto local volvió a cometer inocentes e infantiles fallos defensivos, por lo que desperdició una nueva ocasión de vencer en su propio feudo.
Empezó bien el choque el cuadro de López Garai, que a la media hora de juego aventajaba al conjunto cántabro por 2-0, con un tempranero gol (minuto 12) de Malbásic, asistido con un excelente pase por alto de Bermejo, uno de los destacados del encuentro, porque fue este último el autor de la segunda diana (minuto 32), al colocar fuerte y duro un balón desde fuera del área, que se coló como un misil en la puerta defendida por Luca Zidane, hijo del actual entrenador del Real Madrid.
La alegría en casa del pobre dura siempre muy poco y solo cinco minutos después, Enzo Lombardo, el ágil delantero del Santander --que hizo doblete--, batió de tiro cruzado a Adrián Ortolá, tras un grave fallo defensivo de Alberto Jiménez, que ayer, nada afortunado, tampoco tuvo su mejor día.
Con el 2-1 se llegó al descanso, con optimismo en las gradas, porque el Tenerife había jugado muy bien durante el primer período, en una apreciable labor de conjunto solo marcada por el grave fallo del defensa majorero, tan infantil como inoportuno, porque "metió" al Racing en el partido.
Nada más comenzar la segunda parte, en el minuto 51, recuperó la alegría la afición, porque el Tenerife celebró por todo lo alto un 3-1 de categoría: Luis Pérez corrió como una moto por su banda y pudo central un balón desde la misma línea de fondo al punto de penalti, donde esperaba Borja Lasso, que cabeceó con maestría al fondo de las mallas de la portería visitante.
El Santander se vio obligado a adelantar sus líneas y solo seis minutos más tarde acortaba distancias, tras un fallo garrafal del portero blanquiazul, que despejó de forma muy desafortunada y entregó el balón a un contrario, lo que aprovechó otra vez Lombardo para reducir diferencias en el marcador (3-2).
Cuando el árbitro de la contienda estaba a punto de pitar el final de la contienda, el Tenerife encajó otro tanto, en una jugada a balón parado de los cántabros (una falta que más parecía un saque de esquina, por donde se cometió la infracción) y un avispado Yoda aprovechó para establecer la igualada definitiva a tres.
El Tenerife mejora tras doce jornadas de esta Liga, pero no sabe --o no puede-- aprovechar sus recursos, adquiridos con mucho esfuerzo, y malgasta todo su capital, cediendo inocentemente puntos de oro en su propio feudo, lo que sin duda le pasará la correspondiente factura al final del actual curso 19/20.
Si yo fuera directivo del Tenerife, hoy mismo contrataba a varios brujos y hechiceros para que ahuyentaran a los fantasmas del Heliodoro y limpiaran el ambiente de sombras negras y de malas sensaciones. Lo de este club es como para creer en cosas extrañas. ¿Será Concepción el gafe mayor del reino? Tampoco me extrañaría. Como dijo aquel viejo entrenador en cierta ocasión, "el Fútbol es Fútbol". Y punto.