24.11.2017 Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
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Un C.D. Tenerife desnortado, sin rumbo y sin identidad, cedió este viernes dos valiosos puntos frente al Rayo Vallecano en el "Heliodoro" y sólo pudo conseguir un nuevo empate, entre otros motivos porque no jugó absolutamente a nada en la primera parte y únicamente a rachas en el segundo período, sobre todo en los últimos veinte minutos, con superioridad numérica, tras la justa expulsión de Santi Comesaña tras una brutal entrada a Aitor Sanz.
El equipo isleño nos ofrece este año una balance muy deprimente, porque puede tener una plantilla mejor que la de la pasada temporada, pero sus actuaciones hasta esta jornada dejan mucho que desear. Los tinerfeñistas siguen fallando demasiado en los pases, los jugadores no se hablan mucho entre sí en el campo, ni se avisan cuando pueden perder la pelota, algo imperdonable en unos profesionales.
Es más aún, los blanquiazules pierden el balón enseguida, no hilvanan jugadas de calidad y se enfrentan todas las jornadas a rivales teóricamente inferiores, que no le permiten respirar. La primera media hora de este último encuentro fue de dominio total y absoluto del equipo madrileño, que ya a los siete minutos se había adelantado en el marcador con un gol de Diego Aguirre, tras una fallo defensivo garrafal de Carlos Ruiz.
Tras el descanso pareció que cambiaba el triste panorama y a los 50 minutos Samuele Longo, a pase de Tayron, igualó la contienda tras un bellísimo cabezazo de escorzo (demostrando su calidad técnica individual y sus grandes dotes de goleador), pero la alegría local duró muy poco, porque escasos segundos después, el Rayo entra en el área contraria como Pedro por su casa --por un tremendo hueco dejado en la derecha de la defensa isleña-- y Comesaña bate sin oposición a Dani Hernández.
El Tenerife recibió con este tanto un duro golpe, a pesar de lo cual recompuso sus líneas y se lanzó al ataque, y pudo jugar los últimos veinte minutos con un hombre más, tras la ya comentada expulsión del goleador rayista, y así tras varios rechaces, el delantero italiano del conjunto local volvió a batir al gran portero que es Alberto García con un nuevo cabezazo (minuto 86) y aunque el Tete lo intentó desesperadamente no pudo remontar el encuentro porque el tiempo se acabó.
Afirmamos, una vez más, que a este Tete le falta saber construir fútbol, que le falta identidad propia y que muchos rivales empiezan a conocer estas debilidades del equipo blanquiazul. Habrá que ir buscando soluciones efectivas en el mercado de invierno, para incorporar a un par de hábiles albañiles que sepan reparar las humedades que están apareciendo, cada vez mayores, en los cimientos del edificio, porque hay que acabar con esta aluminosis futbolística.