01.09.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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El Tenerife se está convirtiendo en el rey de la igualada en Segunda División, tras empatar esta pasada noche en el Heliodoro a dos goles frente al Depor, en un extraño e irregular partido, con un final tan trepidante como sorprendente, con dos tantos en los tres últimos minutos de juego.
Todos sabíamos antes del encuentro que el Deportivo de La Coruña era un equipo a tener en cuenta y lo demostró desde el inicio, con unos jugadores muy bien plantados en el campo, que no salió a especular y que decidió lanzarse al ataque desde los primeros minutos.
Así, ya en el nueve, Carles Gil estrelló un balón en un palo de la portería local y el conjunto de Riazor se encontró con un penalty muy riguroso a su favor, en una pena máxima que transformó en gol Quique cuando sólo había transcurrido un cuarto de hora desde el inicio.
El Tenerife no supo encajar este gol, tan temprano (como le sucedió en las dos anteriores jornadas en Tarragona y Almería), y el resto de la primera mitad fue dominado por el Depor, en unos minutos en el que exhibió sus aspiraciones de retornar a Primera División.
Todo el mundo ignora lo que el técnico Etxeberría les dice a sus jugadores en el vestuario en el intermedio, pero está claro que el Tenerife se transforma al salir de nuevo al césped, desmintiendo aquel viejo refrán que afirma que "nunca segunda partes fueron buenas".
Si el Tete jugara siempre como en los segundos cuarenta y cinco minutos de este partido, sería un excelente candidato para estar en los primeros puestos. Y su labor se vio recompensada con un empate que llegó en el minuto 53, con un golazo de Bryan Acosta. El jugador hondureño lanzó un misil desde el borde del área, que se colocó directamente en la puerta de Giménez.
A continuación, el conjunto insular hizo un sobreesfuerzo titánico para ganar el partido, revolucionado tras la entrada de Nano Mesa en el descanso y el cambio de posición de Acosta.
El fútbol tiene su lado cruel y en un despiste, el Tete pierde un balón y lo aprovecha el delantero foráneo Borja Valle, ya en minuto 92, en pleno descuento, que dejó totalmente helada a la afición blanquiazul. Pero este deporte a veces también hace justicia y cuando todo el Estadio pensaba en una injusta derrota, llegó Jorge Sáenz y, a la salida de una falta desde fuera del área, pudo marcar de cabeza instantes antes de que el árbitro pitase el final.
Justa igualada, porque las ocasiones estuvieron repartidas y cada equipo dominó una de las dos partes del choque. El Tenerife, de momento, no ha perdido aún. Pero tampoco ha conocido el triunfo en estas tres jornadas iniciales de Liga.
Vamos a ver cómo se desarrollan los próximos compromisos.