18.03.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Después de una primera parte muy aceptable, en la que plantó cara y tuvo dos grandes oportunidades de marcar, el Tenerife se durmió en el segundo período y perdió por 2-0 este domingo en el estadio de "Los Pajaritos" de Soria ante un Numancia que, aliado con la suerte, sí aprovechó sus oportunidades.
El equipo isleño de mostró como un buen conjunto en los primeros cuarenta y cinco minutos. Se pudo adelantar en el marcador a los ocho, en un gran cabezazo de Samuele Longo a puerta, que salvó milagrosamente Aitor Fernández bajo los palos; y en el 34, tras un rápido contraataque dirigido por el italiano cede la pelota a Brian Acosta que, de tiro cruzado y potente, estrelló el esférico en el larguero.
El Numancia apenas creó peligro en esta primera mitad, pero el encuentro cambió completamente tras el descanso. Los jugadores del conjunto local salieron más incisivos y el equipo soriano apabulló por momentos a los tinerfeñistas, que se mostraron incapaces de reaccionar, como si se hubieran dormido en el vestuario durante el descanso.
Se notaron las ausencias obligadas, por sanción, de Alberto Jiménez --hombre fundamental en los esquemas blanquiazules-- y de Carlos Ruiz en la defensa, además de Juan Villar (lesionado).
Luis Milla, el mejor de los visitantes, no puede hacerlo todo el solo y hasta pudo marcar en el minuto 78 del partido, con una gran parábola desde fuera del área que neutralizó Fernández con una extraordinaria intervención, desviando el balón a córner.
En la siguiente jugada, el central lagunero marcó el segundo gol del Numancia, tras marcas a placer a la salida de un saque de esquina, por un fallo clamoroso en la marca de la defensa blanquiazul. El marcador lo había inaugurado el argentino Lucas Aveldaño en el minuto 59, al marcar involuntariamente en propia puerta, en una desgraciada jugada.
Poco más que comentar de un partido desilusionante, en el que el Tenerife volvió a mostrar muchos errores del pasado y con una pobre actuación de algunos de sus jugadores, como Casadesús o Tayron, desaparecidos en combate.
Faltó garra, ambición y reaparecieron los fantasmas que tiene que ver con la identidad de este equipo. El Tete está ahora a seis puntos de la promoción de ascenso y todavía quedan por jugarse la friolera de 33 puntos. Matemáticamente se puede aún lograr el objetivo. Pero, como afirma el viejo refrán, me parece que del deseo al hecho hay un buen trecho. ¿O no era así?