27.04.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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El Extremadura, en una jugada a balón parado a los 25 minutos, consiguió una injusta victoria sobre el Tenerife por 1-0, en un partido nada vistoso disputado la tarde-noche de este sábado en el estadio Francisco de las Heras de Almendralejo, en la que se notaron las ausencias del capitán blanquiazul, Suso Santana y del defensa majorero Alberto Jiménez.
Para esta ocasión, Oltra dispuso una alineación novedosa con cuatro defensas (Isma, Mauro, Jorge y Luis Pérez), tres hombres en el centro del campo (Milla, Racic y Undabarrena) y otros tres en la vanguardia, con Naranjo, Malbásic y Nano, que no dio los resultados deseados por el técnico valenciano.
El equipo isleño hizo lo que pudo, pero resultó insuficiente, y el conjunto extremeño, con el gol de Márquez de libre directo desde muy lejos del marco visitante (el disparo sorprendió a Dani Hernández, que esperaba un centro al área), le complica el futuro al Tenerife, porque lo coloca con esta victoria al borde del abismo, sobre todo teniendo en cuenta que el sábado próximo sábado la escuadra blanquiazul recibe en el Heliodoro a la Unión Deportiva Las Palmas.
Quedan seis encuentros para que concluya la liga y el Tenerife depende de sí mismo, pero cualquier resultado en contra en el mes y medio que queda para el final podría llevar al club que preside Miguel Concepción a la pérdida de categoría. El encuentro de este sábado ha sido un eslabón más de la cadena de fracasos del conjunto tinerfeño a lo largo de toda la campaña.
Un equipo que solo ha ganado fuera de casa en una ocasión, que ha cedido en su propio feudo tantos puntos como los que ha dejado en el camino, no merecería seguir en Segunda División, pero la esperanza es lo último que se pierde y por suerte parece que al final del campeonato habrá cuatro clubes aún peores que el Tete: el descalificado Reus, Tarragona, Córdoba y algún otro, como el Lugo o Las Palmas, dependiendo del resultado que se dé este domingo en Gran Canaria entre la Unión Deportiva y el conjunto lucense. ¡Menudo calvario¡