13.10.2018. Redacción | Opinión
Por: Casimiro Curbelo
Presidente del Cabildo de La Gomera y portavoz de ASG en el Parlamento de Canarias
Esta pasada semana, la isla de La Gomera ha sido el punto de encuentro de miles de personas unidas a esta tierra por lazos de sangre y de cariño. Y mientras aquí se vivía el fervor de un pueblo por su Virgen de Guadalupe y la celebración del reencuentro de familias dispersas, en el Parlamento de Canarias se tomaba una decisión que tiene mucho que ver con el futuro de todas esas miles de personas y familias.
Agrupación Socialista Gomera votó a favor del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias. Y lo hizo por su responsabilidad y su solidaridad con nuestro Archipiélago. Porque con el nuevo Estatuto todos los canarios aumentan la protección de sus especiales condiciones fiscales y económicas, aumentan su nivel de autogobierno y se dan mejores herramientas para gestionar su futuro.
Pero nuestro voto fue un apoyo crítico. Desde la tribuna del Parlamento de Canarias dejamos bien claro nuestro rechazo y nuestra disconformidad con la injusticia social. Porque en el nuevo texto del Estatuto se presta mucha atención a la insularidad de Canarias, como un factor limitador de su desarrollo, pero no se expresa con la misma intensidad ni se contempla con el mismo rigor, los sobrecostos de la doble insularidad que lastran la vida de muchos ciudadanos que la padecen.
Durante toda esta legislatura, Agrupación Socialista Gomera ha elevado la voz para defender las especiales condiciones adversas que padecen islas como La Gomera, La Palma o El Hierro. Islas donde la población envejece, donde el talento de los jóvenes a veces se ve forzado a emigrar y donde las comunicaciones lo dificultan y encarecen todo. Hemos clamado y defendido que las políticas y las medidas del Gobierno tengan en cuenta esas condiciones especiales. Y hemos exigido que construir una Canarias de dos velocidades es la peor de las injusticias.
En el diario de sesiones de la cámara legislativa canaria han quedado blanco sobre negro nuestro voto de responsabilidad y nuestras objeciones a los fallos estructurales de una ley superior que, una vez más, demuestra la ceguera centralista que padecen los partidos políticos de Canarias. Porque se habla mucho de la miopía de Madrid, pero muy poco de la que padecen las islas capitalinas con sus compañeras de viaje menos favorecidas por la economía y el desarrollo.
Los grandes partidos políticos canarios han pactado un Estatuto que es sustancialmente mejor para las islas, pero que adolece del olvido a las islas menos favorecidas. Pero además se han hecho un traje jurídico a la medida de sus conveniencias políticas. Los diputados de las islas menores de esos grandes partidos han votado con disciplina a la jerarquía de sus organizaciones, traicionando el interés de los ciudadanos a los que representan. Una de las consecuencias inmediatas del nuevo Estatuto es la ruptura de los equilibrios de representación territorial que han funcionado en el Archipiélago durante cuatro décadas. El nuevo Parlamento —previsiblemente— tendrá una composición en la que los parlamentarios de las dos grandes islas serán mayoría frente a los de las islas no capitalinas. La balanza se inclina del lado de los más desarrollados, de los más prósperos y los más fuertes, en perjuicio de los que menos tienen en todos los órdenes sociales y económicos.
Esas serán las nuevas reglas del juego que se han dispuesto en Canarias. Unas reglas que operan en contra del sentido común, en contra del pacto fundacional de la autonomía y en contra del principio de primar la representación de los más débiles para situarles en plano de igualdad con los más fuertes. ¿Por qué votamos a favor si sabemos que esto es así? Porque somos canarios. Porque tenemos un compromiso con el pueblo de todas las islas y el nuevo Estatuto era imprescindible para defender la lejanía y la insularidad de Canarias y su traslación a la financiación singular del Archipiélago. Votamos por responsabilidad y en la conciencia de que el bien mayor estaba por encima de la flagrante injusticia y el olvido que se ha tenido con nuestras islas.
Pero no abdicamos de la lucha. No vamos a renunciar, de ninguna manera, a seguir siendo la voz disconforme de los canarios más vulnerables frente a los que cuentan con los mejores servicios públicos y las mayores inversiones. Creemos que Canarias es posible si se construye desde una misma calidad de vida para todos sus ciudadanos. Nuestra lucha se va a desarrollar en condiciones aún más adversas, pero tenemos la confianza que poseen quienes están legitimados por la razón de los más débiles. Los que han traicionado a sus islas y a sus ciudadanos darán cuenta ante la historia. Nosotros, que seguimos fieles a nuestro pacto con nuestra tierra, seguiremos en pie defendiéndolas con uñas y dientes y llevando su voz desde la independencia y la libertad de que somos socialistas, gomeros y canarios de una tierra que queremos de iguales. Nada más y nada menos.