Gracias por tu impuntualidad

10.07.2020 | Redacción | Relatos

Por: Magalena Barreto González

Te perdono por no llegar puntual a mi vida, porque tu retraso me ha dejado tiempo para surcar otros mares, recorrer otros caminos y volar por otros cielos.

Es precisamente tu impuntualidad la que me ha permitido llenar mi equipaje de otras experiencias, de vivir en otros ojos y morir en otros cuerpos. Por eso, no sólo te perdono sino que además te doy las gracias.

Pensándolo bien, quizás no llegues con retraso sino que aparecerás en el momento preciso, cuando las cicatrices de mi alma estén completamente disueltas.

Es ahora cuando las arrugas me recuerdan que los años pasan volando, que el tiempo nunca espera y que a lo tonto, sin prisa pero sin pausa, he cumplido más de cuarenta primaveras.

Es ahora cuando el tiempo cobra sentido. Es ahora cuando empiezo a sentir que la vida pasa deprisa y que lo único que realmente vale la pena coleccionar, son los buenos recuerdos. 

Tras décadas de idas y venidas, subidas y bajadas, confío en que en algún momento llegarás para recordarme que todo es mucho más simple de lo que creía.

No sé si lo harás haciendo ruido o vendrás de puntillas, pero sí tengo el convencimiento de que sabré que eres tú.

Mientras espero estoy aprendiendo que, si te sientes viva, la vida es mucho más vida.

Tu impuntualidad me da margen para descubrir que sola estoy completa pero que contigo seré más yo.

Es verdad que me sentí segura en otros brazos, pero nunca tuve claro querer pasar en ellos el resto de mi existir. 

Te perdono porque mientras te espero, aprendo a perdonarme a mi misma, trabajo duro y difícil para mi, que me he pasado media vida reprochándome, cuestionándome, siendo mi peor juez.

En este impás de espera, necesito empezar a perdonarme por los cientos de tropiezos, convenciéndome de que son necesarios para crecer. Ningún camino está exento de obstáculos.

Estoy en el proceso de perdonarme por no luchar por los sueños que abandoné a su suerte en las garras del miedo, ese miedo que tantas cosas me ha hecho perder. 

Me pido perdón por los días que taché del calendario y que no fui capaz de vivir.

Por los besos que quise dar y no me atreví.

Por los abrazos que no supe valorar y los perdones que se quedaron en meras intenciones, sin pedir ni recibir.

Necesito perdonarme por pensar en el qué dirán mucho más que en mi. 

Me pido perdón por el desorden de emociones que muchas veces causé, por la incoherencia de mis actos y el mal ejemplo que fui.

Tu empeño en llegar tarde a mi vida quizás sea sólo una estrategia para que tú también sepas, la falta que yo te hacía a ti y puestos a perdonarnos, espero que me perdones a mi.

Y aunque me cueste perdonarte por haberme privado durante todos estos años de tu risa, de tus besos y de tu todo, agradezco tu tardanza. Estoy segura de que cuando llegues, sentiré que eres tú, sentirás que soy yo y entonces comprenderemos por qué no funcionó con nadie más.


 

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Magdalena Barreto González.

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