No supe vivir

20.08.2020 | Redacción | Relatos

Por: Jesús Lara González de Quevedo

Me hubiera gustado haber conocido otra forma de vivir distinta a la que día a día fui creando en mi propio infierno. Todo, sin darme cuenta del dolor que me estaba causando a mí mismo y a todo el que a mí alrededor se acercaba.

Olvidé sonreír, porque la tristeza se acomodó de forma definitiva en el salón de mi casa, agarrándome con una fuerza impredecible para no volver a soltarme nunca más.

Quise gritar muy, muy fuerte, pero mi voz fue apagada por tanto desprecio y odio vivido a mí alrededor.

Para mí, la vida se va esfumando de una manera cruel y en cada instante intento buscar la forma más sencilla de desaparecer sin dejar rastro, en sigilo y sin decir adiós.

No logro encontrar de una ilusión por una vida que no para de darme palos. Uno detrás de otro, absorbiendo plenamente toda mi energía hasta dejarme sin debilitado a merced de cualquier circunstancia.

La palabra felicidad desapareció por completo del desastroso libro de mi historia y no encuentro forma de poder recuperarla por muchas veces que lo intente.

Mi larga lucha por sobrevivir, cada vez afloja más mis sentidos y me deja hundido en el piso, sin ganas de volver a levantarme.

El silencio se apodera de todo lo ocurre a mi alrededor y mi única expresión son las lagrimas que sigilosamente caen por mi rostro, para acabar desbocándose en el suelo de cualquier rincón, donde una vez, ya no pude más.
Siento, que mis labios temblorosos piden perdón por una causa que yo ya veo perdida y que nada ni nadie que lo intente podrá recuperar, por mucho empeño que le ponga.

Mi entristecida vida me aleja de cualquier realidad y no me deja descubrir aquellos sueños que queremos ver cumplidos. Mi pensamiento queda bloqueado y mi alma se estremece oprimiendo mi corazón para que no vuelva nunca más a sentirse amado, dejando ese vacío interior que me ausenta siempre que puede de cada cosa o persona que en su día me quiso hacer feliz y lo único que consiguió es que yo destruyera la suya por completo…

Esta historia que acabo de describir, la viven muchas personas en su día a día. Aunque no lo parezca, están destruidos por dentro y lo que menos necesitan es tu arrogancia o desprecio. Así que si no piensas apoyarlo cuando más lo necesita, no vuelvas a buscarlo, coge tus cosas y deja ese sitio para quien lo merezca de verdad…


 

Imagen: Jesús Lara González de Quevedo | CEDIDA

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