10.05.2020 | Las Palmas de Gran Canaria
Gracias por cada mensaje, cada verso, cada palabra, cada foto, cada vídeo, cada abrazo, cada lágrima. Gracias.
Ni las mascarillas, ni el confinamiento, ni la lejanía física han impedido que mis hijos y yo, sintamos el aliento y el consuelo que nos transmitía toda la buena gente, que de manera tan abrumadora y sincera ha querido consolarnos en estos durísimos momentos.
Pedro no era sólo nuestro; ahora lo tenemos contundentemente claro. Ha sido de todas y cada una de las personas a las que se dio sin pensarlo siquiera.
Ya en el hospital en aquella sala fría en la que se quedó sin mirarme, el personal que lo atendía “sabía quién era”.
Me parece estar viéndole con su sonrisa medio de lado conteniendo la emoción de gozo al comprobar el cariño que, en su tierra, en mi tierra, en otras tierras (como decís algunos en vuestros escritos) le estáis demostrando estos días de manera tan extraordinaria.
Y mis hijos y yo, con el reposo del tiempo, seguiremos notando su legado de grandeza y generosidad siempre que al pronunciar su nombre alguien vuelva la cabeza reconociendo “QUÉ GRAN HOMBRE” “QUÉ GRAN PERSONA”.
Gracias de todo corazón, gracias porque no puede ser de otro modo, gracias por, en esta soledad, hacernos sentir que él os ha dirigido hacia nosotros para arroparnos, dejándonos la certeza que permanecerá siempre en vuestros corazones.
Nuestro abrazo sincero, Mariana, Alejandra y Eduardo.