02.09.2024 | Redacción | Escrito
Por: Pilar Medina Rayo
La Iglesia católica denomina reliquias a aquellos objetos que guardan algún tipo de relación con la vida y pasión de Cristo, o algún tipo de restos pertenecientes a personas consideradas santas.
Las miles de reliquias repartidas por toda la cristiandad obligo a confeccionar una jerarquía que las clasificara, así las que guardan estrecha relación con Jesucristo se enmarcan entre las insignes o las venerables.
Como es natural, no todas las reliquias son auténticas, algo de lo que ya se trató en el Concilio de Trento cuando en el siglo XVI aprobó la veneración de reliquias, pero dejando claro que sólo las auténticas, en clara alusión al tráfico de reliquias falsas.
Cuando Cristo murió, sus seguidores atesoraron todos aquellos objetos que estuvieron en contacto con su Maestro o Mesías.
La Catedral de Oviedo guarda entre sus muros importantísimas reliquias de las consideradas más insignes o venerables. En su mayoría dentro de la Cámara Santa, pero hay una que supone una excepción al conservarse fuera de ésta y contar con su propia capilla. Según la piadosa costumbre, estamos ante una de las seis hidrias de las Bodas de Caná donde, según la tradición cristiana, Jesús realizó su primer milagro conocido al convertir el agua de esas hidrias en vino, a petición de su Madre.
El Evangelio de San Juan (2:6) cita “seis vasijas de piedra para los ritos judíos de purificación, cada una de las cuales tiene dos o tres metretas”
Junto al retablo de la Inmaculada y la entrada a la capilla del Rey Casto, encontramos la Capilla de la Hidria. El singular objeto está realizado en piedra, y se trata de una tinaja de gran tamaño con una capacidad de 100 litros o dos o tres metretas (cada metreta son unos 39 litros), lo que concuerda con lo recogido en el Evangelio.
La vasija está desgastada en su parte frontal con motivo de las rozaduras de los bordones de los peregrinos, que la golpeaban con ellos cuando su capilla estaba cerrada y sólo podían tocarla con su bordón a través de un pequeño agujero situado en una de sus puertas.
Se desconoce el año de su llegada a la ciudad, pero sí se sabe que son varios siglos los que se la venera. Encontramos la primera referencia sobre ella en el Códice de Valenciennes, manuscrito iluminado fechado en el siglo IX donde la menciona en un listado de objetos sagrados que se encuentran en Oviedo, considerándola como una reliquia “Digna de suma veneración en la iglesia de San Salvador”, actual catedral ovetense, así como en el inventario fechado en el siglo XI, realizado por la citada iglesia, y que señala “En esta iglesia principal se guarda también una de las 6 hidrias en las que el Señor convirtió el agua en vino”
Cada año, en la festividad de San Mateo que se celebra el 21 de septiembre y también el día en que se lee el Evangelio de la Misa de las Bodas de Caná, la hidria se llena de agua y se bendice para ser repartida entre los fieles. Esta tradición cuenta con un fuerte arraigo entre los ovetenses que consideran que la vasija proporciona al agua propiedades salutíferas.
Como última curiosidad, entre las distintas escenas de la vida de Jesús recogidas en el retablo Mayor, encontramos la de las Bodas de Caná donde sólo se han representado cinco hidrias de las seis que cita el Evangelio. Se trata de un guiño del autor a los fieles, indicando que esa última que falta en el conjunto es la única que se encuentra físicamente en la catedral.