22.03.2024 | Redacción
Por: Pilar Medina Rayo
Se trata de una de las pinturas negras de Goya. Se conoce con el nombre de Pinturas negras al conjunto de 14 pinturas que Goya realizó al óleo directamente sobre las paredes de su vivienda, la Quinta del Sordo, llamadas así por usar pigmentos oscuros, pero también por su temática sombría, realizadas por un Goya enfermo en el final de sus días, llenas de dramatismo, oscuridad y genialidad.
El óleo ilustra el mito del dios romano Saturno, quién perseguido por una profecía, la cual indicaba que sería derrocado por uno de sus hijos, devoraba a cada uno de ellos momentos después de su nacimiento. Su esposa logra esconder al sexto hijo, Júpiter, quién depone a Saturno cumpliendo así la profecía.
Para la realización de su obra, Goya se inspiró en el Saturno de Rubens pero, tal y como leí y comparto la opinión, éste parece una película de Disney comparado con el pintó de Goya. La ferocidad caníbal con la que el Saturno de Goya se está comiendo a su hijo, lo hace horriblemente único.
Goya pinta al dios con una terrorífica mirada de locura en su rostro, a través de unos ojos muy abiertos nos hace darnos cuenta que no puede controlar su comportamiento homicida. Lo representa emergiendo de una dominante oscuridad, lo que proporciona un enorme dramatismo a la escena. Su áspera desnudez, el cabello y la barba desaliñados, sus movimientos agresivos..., todo ello nos indica un estado de locura histérica.
El dios mastica una masa informe, la del cuerpo sanguinolento de su hijo. Agarra el cadáver con tal fuerza, que incrusta sus dedos en la carne, es tal su brutalidad que los nudillos se muestran blancos mientras, entre ellos, maná sangre procedente del cuerpo desgarrado.
Al niño ya le arrancó la cabeza, el brazo derecho y parte del izquierdo, su boca resulta terrorífica, vemos en ella la carne que regurgita, lista para seguir devorando lo que queda de la extremidad. Acentúa el éxtasis de la acción en lo desencajado de su expresión y la actitud general.
En la imagen original, antes de ser transferida al lienzo, el dios tenía un pene parcialmente erecto, lo que le daba a la obra un horror aún más profundo, y que se perdió debido al deterioro del mural o durante la transferencia al lienzo. Según Foradada: la restauración de la pintura, comparada con fotos hechas en la Quinta por J. Laurent, muestra como las luces de la mandíbula, la carne que regurgita, e incluso el pene del dios perdieron expresividad.
Se representa a Saturno como un anciano, así Goya simboliza el paso del tiempo, recordemos que era el dios de la agricultura, de la cosecha y del tiempo...
El cuerpo del hijo es ya adulto, se sabe que Goya plasmó estas pinturas retocando otras ya existentes, así bajo la actual había originalmente un bailarín. Por tanto, la figura devorada es de un joven, incluso de una joven, a juzgar por la conformación de su cuerpo. Está pintura figuraba en la planta baja de la Quinta del Sordo, junto a la obra: Judith y Holofernes, por lo que de aceptarse que esté devorando a una joven (una hija) se podría establecer un paralelismo con la otra obra, es decir: si la joven y bella Judith mata a un maduro y poderoso Holofernes, el viejo Saturno, a cambio, devora a una mujer joven.
Goya no escribió sobre estas pinturas, no se sabe que haya hablado de ellas y no hizo ningún esfuerzo por nombrarlas. Los nombres fueron elegidos por otras personas años después de su muerte, en función del contenido presunto y el significado de cada obra.
Con esta imagen grotesca y oscura, utilizando manchas gruesas para los contrastes lumínicos, Goya ha establecido, unos cuantos años antes, el expresionismo en estado puro.