14.02.2024 | Redacción | Relato
Por: Pilar Medina Rayo
Se enamoró, así de sencillo o así de complicado.
Entregó su corazón indebidamente y, ese órgano sagrado, se rompió como cristal.
Con las agujas del reloj cosió su soledad. Pasaron los años, pero no el amor, haciéndose amiga de su propia locura...
Encaneció, su rostro ya no es terso, pero en su demencia es joven. Diariamente mira tras la ventana esperando verle llegar.
–¿Olvidaste que no te amó? –a veces aparecía esa voz cruel en su cabeza, ella pasaba el dorso de su mano por la frente y se apagaba hueca y ronca en el olvido.
14 de febrero...
–Él llegará con su rosa, pensó.
Cogió su precioso vestido azul y lo acompaño de sus poquitas joyas de oro. Se maquilla tarareando una cancioncilla.
Miró por la ventana una vez más, esperándole. Al verla la gente chismorreaba en voz baja.
–Pobre anciana chiflada vestida de esa guisa, ¡tan maquillada!
Llegó la noche, sin su amado, sin su rosa... San Valentín acaba.
Recostada, lágrimas surcan sus mejillas..."él no vino", pensó. Su corazón dolía...
–¡Despierta mi dama!, acaso olvidó su rosa. ¡Cógela!, es tan hermosa como tú.
La muerte extiende su mano. Ella seca su llanto tomándola. Su corazón ya no duele.