15.03.2023 | Redacción | Relato
Por: Yeny Tejada
No tendría nada de raro ni extraño que escucháramos niños jugando a medianoche de vez en cuando, pues probablemente los padres estén en una reunión familiar o entre amigos celebrando alguna cosa en especial.
Mi hermana tenía en ese entonces 15 o 16 años y se quedaba despierta a estudiar hasta muy tarde para cumplir sus deberes escolares.
Pero, no puede concentrarse por el bullicio de los niños que gritan y juegan tan alegres, esto le llama la atención por la hora, ya que es la medianoche o más. Pero, bueno en las casas de los vecinos hay muchos niños y suelen reunirse para jugar en el patio trasero que generalmente es muy amplio. Muchas veces las pelotas han caído a nuestra huerta y hemos debido alcanzárselas.
Todo parece transcurrir dentro de la normalidad, pero esto va a seguir ocurriendo muchas veces. Los niños gritan y corren muy alegres.
Será esto parte de una rutina que mi hermana ya ha escuchado. Pero, han pasado los días y otra vez volverá a escuchar lo mismo, ella piensa que alguno de los vecinos está de fiesta, aunque esta vez decide investigar y atraviesa el patio, sube las gradas, se acerca a donde los vecinos y no hay ninguna luz prendida, ni música, ni fiesta, ni nada por el estilo. La sorpresa se la ha llevado ella, pero nunca mencionó lo que ocurrió.
Mi hermano está casado y ya no vive en la casa, mi hermana y mis padres se han mudado a otra casa y ahora somos nosotros quienes ocupamos la vivienda, las habitaciones han ido cambiando de uso con arreglos y modificaciones que fuimos haciendo. Mis hijos son aún pequeños y acomodados comparten una habitación grande.
Pero al pasar los años mi hijo mayor ocupa el cuarto que por años usamos mi hermana y yo, luego solo fue de mi hermana. Aquí he de mencionar que la habitación tenía una puerta hacia el patio, que ahora gracias a los arreglos que hizo mi esposo, se convirtió en una sala comedor, muy iluminados y de buena temperatura por el techo de vidrio que cubría todo el ambiente.
La habitación que fue de mi hermana tenía una ventana con un seguro especial que sólo podía cerrarse si uno lo manipulaba por dentro, además de presionar el vidrio en una parte especial que era lo que permitía que quedara cerrada. Mi hijo había crecido y tiene como 13 años, duerme solo allí y muchas veces él me cuenta que esa ventana de pronto se cerraba de golpe, se le perdían las cosas y luego volvían a aparecer, por ejemplo, la regla desaparecía de donde él la había puesto y volvía a aparecer nuevamente.
Por alguna razón que podríamos llamar irrazonable, cuando yo era una niña se me hacía muy difícil entrar a esa habitación, metía el brazo y prendía la luz apresuradamente, siempre tenía la sensación de que alguien me iba a agarrar la mano, a veces cerraba los ojos y no los abría hasta no tener encendida la luz cuando era de noche.
Lo que debió ser una estadía temporal se convirtió en años de vivir y compartir con los vecinos y amigos a los que yo conocía desde niña. Todos eran muy amables con mi familia ya que la mayoría de los vecinos seguían siendo los mismos, solo habían crecido, casado y tenían sus propios hijos.
Pasaron los años, y mis hijos crecieron, al igual que yo. Los miedos y cualquier otra cosa deben haber sido superados y olvidados. Esta era mi casa de siempre, pero con ambientes distintos. Mamá era quien debe cuidar a los hijos y eso hice.
De pronto un día estoy despierta hasta tarde y escucho a niños gritando y corriendo, bueno no hago mayor caso porque otra vez los vecinos tienen niños pequeños y es normal que se reúnan y hagan sus fiestas, esto ya había ocurrido muchas veces antes. Después de que los niños son festejados, los padres son los que continúan y mientras los padres están despiertos, los niños también, casi como una regla general.
Pasó algún tiempo y vuelvo a escuchar los gritos y risas de niños, pienso que debe haber alguna familia nueva con niños pequeños. Recordé lo que mi hermana alguna vez mencionó, la curiosidad y el miedo me inspiran a confirmar que allí realmente había niños jugando. Me dirijo al lado opuesto de la casa, subo las gradas y camino, cuando llego allá, todas las luces alrededor estaban apagadas, -niños corriendo y jugando-, eso es lo que pensé ver o al menos escuchar, me sorprendo tanto que de pronto el miedo me asalta, intento escuchar pensando que tal vez es el viento el que trajo los sonidos, pero no hay nada. No hay fiesta, ni luces prendidas, de dónde vienen las voces y risas.
Todo alrededor está en silencio, solo atino a dar la vuelta y caminar apresuradamente para regresar a la casa, mientras tomo conciencia de todo esto que acabo de pasar, me dan escalofríos, la piel se me ha puesto de gallina, mis vellos erizados, casi estoy en pánico, bajo rápidamente las gradas y para colmo mis propios fantasmas del ayer siempre me perseguían.
Confirmado o solo una visión nocturna de sucesos reencontrados con el ayer, tal vez debería hablar de esos fantasmas personales, un punto más de encuentro con la oscuridad o el suceso en la ventana de esa habitación.