12.03.2024 | Redacción | Artículo
Por: Pilar Medina Rayo
En el municipio coruñés de San Pedro de Muros encontramos esta singular pila bautismal románica en cuyo interior se encuentra una serpiente de piedra enrollada en forma de espiral y sumergida en su totalidad debajo del agua bendita.
El simbolismo que la pila recoge, es toda una alegoría del triunfo del bien sobre el mal. La representación del mal, encarnado en la serpiente, que ha sido dominado a través de la purificación del agua bendita que la cubre, transmitiéndonos, a través de un lenguaje no verbal propio del románico, el mensaje de "a través del bautizo se purifica el pecado original"
En su interior aún puede leerse la inscripción "JESUS-FILIUS PATER CUM SPRITU SANTO" en clara referencia al símbolo Quincumque o símbolo de Atanasio, se trata de una profesión de fe centrada en el dogma de la Santísima Trinidad.
En cuanto a la serpiente, tiene distintos significados en el imaginario artístico según la cultura de que se trate, así para el mundo pagano significa: dadora de vida, sanadora de enfermedades, portadora de sabiduría, así como símbolo alquímico y de lo oculto.
Pero lo que nos ocupa es en el ámbito cristiano, aquí este reptil no sale tan bien parado ya que significa el mal absoluto, es decir, el demonio que tienta a nuestros primeros padres a través de la manzana. Hay que considerar que es el único animal que cita el Génesis por su nombre: la serpiente. Y con ella comenzó nuestras desgracias por el mundo, al tentar a Adán y Eva con el fruto prohibido.
Para la tradición judeo-cristiana es la culpable de que Adán y Eva sean expulsados del Paraíso. Según el significado bíblico de la serpiente: “fue un instrumento de Satanás para destruir el
plan perfecto de Dios”. Este animal simboliza muerte, mentira, astucia y venganza, físicamente éste se arrastra sobre la tierra y posee veneno mortal, la Biblia nombra a Lucifer como la serpiente antigua, pues es capaz de mentir, engañar y matar a quienes están prestos a escucharle.
Según el Libro del Génesis, en el Paraíso en el que se encontraban los primeros humanos, había dos árboles extraordinarios: el de la Vida y el del Conocimiento del Bien y del Mal. Quién come del Árbol de la Vida obtiene la inmortalidad, el hombre, mortal por naturaleza (sacado del barro), ha sido creado a imagen de Dios. Es como un "hijo de Dios", al que se le ofrece, como un regalo, la vida inmortal. Es un regalo, no un derecho, porque sin el regalo el hombre es mortal.
Sin embargo, este humano es una criatura. No tiene el conocimiento divino ni el poder absoluto de decretar lo que es bueno y lo que es malo. Este límite de la condición humana está simbolizado por el otro árbol, el prohibido, el del Conocimiento del Bien y del Mal. Por esta razón la astuta serpiente tienta a Eva, diciéndole que es posible conocer y decidir sobre el bien y el mal y, así, ir más allá del límite: "si coméis de este árbol, seréis como dioses" (Gen 3,5).