08.04.2024 | Redacción |
Por: Pilar Medina Rayo
Marc Chagall, nacido en el seno de una familia judía, fue un pintor ruso de comienzos del siglo XX. En su obra encontramos surrealismo y cubismo, movimiento que descubrió cuando se trasladó a vivir a Francia, país que lo adoptaría. No obstante, es en su manera única y personalísima del uso del color y formas lo que más sobresale en sus cuadros, vinculándolo al expresionismo ruso.
El siglo XX fue convulso. En él tuvo lugar la Revolución Rusa, la Primera y Segunda Guerra Mundial, la persecución de los judíos, el Holocausto…, Chagall fue testigo de todo ello, denunciando y dejando testimonio de esas atrocidades a través de sus obras.
Arte degenerado o Entartete Kunst, fue el título de la exposición propagandística que el nacionalsocialismo realizó en el Instituto Arqueológico Municipal en Munich, el 19 de julio de 1937. Se expusieron más de 600 obras de arte moderno de diferentes artistas, cuyo legado es hoy indiscutible. Las piezas provenían de colecciones públicas y se las acompañó de una etiqueta con un texto que las ridiculizaba y exhibía el precio que las autoridades alemanas, anteriores a 1933, habían llegado a pagar por ellas mientras la población sufría las consecuencias derivadas de la Primera Guerra Mundial y de la terrible crisis del 1929. Entre las piezas se encontraban obras de Chagall, siendo incluido por los nazis en su catálogo de artistas degenerados.
Su condición de judío hace que, en 1941, Chagall huya a Nueva York con su familia mientras las tropas alemanas arrasaban Europa.
Ana Frank era un chica judía que en 1942 tenía tan sólo 13 años. Su familia se había trasladado desde Alemania a los Países Bajos huyendo de la persecución nazi. Cuando los alemanes llegaron a Ámsterdam, la familia se escondió, junto con otros cuatro judíos, en un pequeño departamento que se encontraba detrás de las oficinas comerciales donde el padre había trabajado como director de una empresa. Tras ser descubiertos, fueron separados y llevados a distintos campos de concentración. Ana Frank fue enviada al campo de concentración de Bergen-Belsen.
El 14 de junio de 1942, Ana recibe un diario para su cumpleaños: “A ti, mi diario, te vi en primer lugar, y sin duda fuiste mi mejor regalo” “Espero poder confiártelo todo de un modo como no he podido hacerlo hasta ahora con nadie, y espero que seas un gran apoyo para mí”.
Lo que no puede imaginar es que tan sólo un mes después, ella y su familia se ocultarán en un pequeño habitáculo en el que permanecerán casi dos años. Allí vivió los momentos más crudos de la guerra. Escondida anotó sus experiencias, temores y esperanzas. Ese manuscrito ha llegado hasta nosotros como: El diario de Ana Frank.
El 4 de agosto de 1944 Ana, junto con los otros escondidos, es descubierta y arrestada. Las neerlandesas Miep Gies y Bep Voskuijl, que ayudaron a la familia a ocultarse durante la ocupación nazi, fueron las que encontraron y ocultaron el diario con la intención de devolvérselo en un futuro a su propietaria, pero esto nunca sucedió.
Las tropas británicas liberaran Bergen-Belsen el 15 de abril de 1945. La muchacha había fallecido entre los meses de febrero o marzo, no se sabe exactamente, de ese mismo año. Su madre y hermana siguieron su misma suerte, sólo Otto Frank sobrevivió y a él se le hizo entrega de los escritos de su hija.
En 1958 Marc Chagall, recibió una propuesta que no pudo rechazar, realizar unas ilustraciones para el Diario de Ana Frank. El pintor, conocido por su vocación humanista, defensor de la paz, la tolerancia y los derechos humanos, dejó escrito: “Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa sobre la base de la muerte, la desgracia y la confusión. Veo como van convirtiendo poco a poco el mundo en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas, y, sin embargo, cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esta dureza también acabará”.
El 22 de abril de ese año, Robert Calmann-Lévy, escribió una carta al artista en la que le decía: “Le remito de forma inmediata la edición encuadernada del Diario de Ana Frank, pues le resultará más agradable leer el texto con esa presentación. Estoy convencido de que, una vez que lo conozca, estará de acuerdo en considerarlo uno de los documentos más emotivos de los últimos años.”
Como se ha dicho al comienzo, en las obras de Marc Chagall destaca su forma singular y única del empleo del color, sin embargo, las ilustraciones fueron realizadas en tinta china sobre papel Velin d'Arches, que permite al artista obtener efectos de relieve, exceptuando de ellas cualquier color, añadiendo así emotividad a la narración.
Según la Holocaust Encyclopedia: “Ana se ha convertido en el símbolo de la promesa perdida de más de un millón de niños judíos que murieron en el Holocausto”.