Las habitantes del sótano

24.07.2024 | Redacción | Relato

Por: Gloria de la Soledad López Perera

Hacía tiempo que no bajaba al sótano. No era de su agrado contemplar como con el paso de los años se había ido deteriorando. Pero ese día decidió hacerlo, era una de sus obligaciones y no podía posponerla más.

Descendió lentamente la escalera e iluminado por la tenue luz de la vieja bombilla llegó por fin al último escalón.

Olía tan mal que tuvo que taparse la nariz con su impoluto pañuelo de algodón y entrecerrando los ojos comenzó su ronda entre trastos y más trastos amontonados y cubiertos de un blanquecino polvo, producto del paso del tiempo.

Según dio los primeros pasos sintió como algo corría entre sus pies, instintivamente saltó y corrió hacía una de las esquinas.

Para su sorpresa una fila de cucarachas, en perfecta sincronización, se dirigían a un agujero de la pared, donde desaparecían.

Aquel espectáculo atrajo su atención y se acercó poco a poco para contemplar más de cerca al pequeño ejercito marrón que había conquistado su sótano.

Se puso de cuclillas y miró con curiosidad dentro de aquel hueco. Para su sorpresa, allí estaban, en una gran ciudad construida y habitada por cientos y cientos de ellas. Donde una maraña de pequeños cuerpos marrones se movían sin parar, subiendo y bajando por las pequeñas grietas de la pared.  

En ese momento sintió terror.

-¿Y sí decidieran atacarme? – Pensó, mientras un escalofrío recorrió su espalda.

Tenía que acabar con aquellos bichos, pero una duda lo invadió. ¿Sería mejor hacerlo de una vez, rápidamente y sin dolor o al contrario lentamente, con sufrimiento y agonía?

Una cínica sonrisa invadió su rostro, ya lo había decidido.

Buscó y rebuscó hasta que por fin encontró unas tablas, unos clavos y un martillo oxidado.

Primero se puso unos guantes, después se dedicó a matar a todas las que lentamente se acercaban a la puerta de su morada, no podían quedar supervivientes…

Acabado y conseguido, ya no quedaba ninguna, así que procedió a cubrir con tablas aquel orificio.

A golpes fuertes y secos, los clavos se fueron hundiendo uno a uno, ajustando con su fuerza las maderas contra la pared.

El sudor cubría su frente y el calor era insoportable, pero él seguía embistiendo, golpeando con rabia, descargando su ira contra aquellos pequeños seres indefensos. Cuando se incorporó, minutos después, pudo comprobar que había hecho un buen trabajo, ya no había resquicio de aquella brecha, estaba totalmente sellada.

Respiró hondo y satisfecho abandonó aquel lugar. No sabía cuando volvería a visitarlo, pero con la tarea realizada consideró que durante un tiempo no sería necesario.

Subió lentamente las escaleras, pensando en la agenda de ese día, una rueda de prensa a las nueve, una visita a un colegio a las doce y el almuerzo con los empresarios a las dos.

Cuando cerró la puerta con llave y la guardo a buen recaudo respiró hondo, y se dijo a sí mismo - Hoy has hecho una gran labor, debes de estar orgulloso de ti -.

Mientras, en el oscuro sótano, las cucarachas aterradas buscaban la salida y se apelotonaban unas contra otras intentando salvarse. Muchas de ellas buscaron desesperadas otra forma de escapar y ascendieron por los huecos de los muros consiguiendo llegar a las plantas principales de la gran casa, inundando dormitorios, baños, salones...

El señor no estaba, había salido en su coche oficial y ellas se habían convertido en las dueñas de su hogar, campando a sus anchas por todo el edificio.

Eran miles que corrían sobre las camas, por los cuadros, entre las cortinas, por las lamparas, volviendo loco al servicio que intentaba acabar con aquella marabunta que había enardecido el día a día de tan emblemática residencia.

Al final, una llamada alteró la agenda de nuestro personaje y las cucarachas vencieron, por lo menos, durante esas horas.

Al amanecer, cuando los fumigadores acabaron con su trabajo, su estado era tal que sin pensarlo mucho gritó a los cuatro vientos -¡Por fin he acabado con ustedes, malditas, ahora sí!-

Hoy, todavía le despiertan los ruidos entre las paredes y teme que todo vuelva a empezar.

 

 

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