05.12.2024 | Redacción | Relato
Por: Gloria de la Soledad López Perera
En una ciudad llena de luces y sombras, vivía Clara, una talentosa escritora de novelas de intriga y misterio. Su mente creativa siempre estaba en busca de nuevas tramas, pero un día, la idea de un crimen perfecto comenzó a obsesionarla. Clara decidió que su próximo libro no solo sería una obra de ficción, sino un experimento en la vida real.
Lo primero, elegir muy bien a su supuesta víctima y, que mejor candidato que el crítico literario que actuaba bajo el seudónimo del Caballero Blanco para reseñar, de forma malévola, todo lo que llegaba a sus manos. Y desgraciadamente, sus obras no se habían librado de su ataque directo y negativo, provocando en ella un odio desmedido hacía aquel sujeto. Por eso, con un plan meticuloso, comenzó a trazar su crimen.
Sabía, por los medios de comunicación, que ese fin de semana, el presunto critico asistiría a una gala en un elegante hotel de la capital, así que decidió que ese sería el escenario perfecto para acometer su fantasía literaria y hacerla real.
La noche de autos, Clara llegó con una sonrisa encantadora y un vestido deslumbrante. Se le acercó sinuosamente captando su atención con una conversación ingeniosa, ganándose totalmente su confianza. Así entre miradas y frases provocadoras, lo invitó a un rincón más privado, donde la música y las luces se desvanecían.
Mientras charlaban, ella le ofreció un cóctel especial, en el cual había disuelto, segundos antes, un veneno incoloro e insípido, que actuaría rápidamente. Nuestro personaje, despreocupado, tomó un trago y, en cuestión de minutos, comenzó a sentirse mal.
Clara, con una expresión de preocupación, lo ayudó a salir del salón, llevándolo hacia el baño de la planta baja, un lugar apartado de la vista de los invitados.
Sin embargo, en su plan no entraba la presencia de un camarero que en ese momento subía las escaleras. Sorprendido intentó ayudarla, pero ella le comentó, inquieta, que no hacía falta. Pero el joven insistió varias veces, hasta el punto que perdió el control de la situación y el cuerpo, ya inerte, cayó contra el suelo. Y allí quedó, como un muñeco de trapo, con los ojos en blanco y expulsando por su boca una espuma color sanguinolento.
Desde ese momento todo fueron gritos, que alarmaron a un grupo de personas que se acercaron al lugar y con sus móviles empezaron a grabar la escena.
Clara sentía que se ahogaba y acorralada por el gentío, soportó los gritos e insultos de los asistentes al evento, en especial de los seguidores del Caballero Blanco, que la acusaban de haberlo asesinado. Pues todos conocían la dañina relación que existía entre ambos. Solo se encontró segura, cuando la policía hizo acto de presencia y se la llevó detenida.
Al final, en su mente, había creado el crimen perfecto, pero la realidad le demostró que la vida no siempre sigue el guion de una novela.
Así, nuestra escritora se convirtió en la protagonista de su propia historia, una trama que nunca imaginó escribir entre los fríos muros de una cárcel.