12.04.2016. Tacoronte.
Historias del Barrio Yanki. III
Del vino azufrado del norte y su poder musical.
Creo que ya va siendo hora de publicar otro microcuento relacionado con el Barrio de Los Naranjeros. Esta vez contaremos la historia de cuando a Santiago le regalaron un magnetofón y alguna otra relacionada con el sitio en que sucedieron.
Resulta que durante un tiempo, la pandilla se reunía en la parte baja de una casita antigua, de dos pisos. Que estaba frente al inicio de la calle del Calvario. En este lugar el padre de nuestros amigos los Abreu, solía guardar unos garrafones de vino que traía del norte. De allá, de Icod, o por ahí. Por esa época ni yo, ni ninguno de nosotros, habíamos oído hablar de que al vino para conservarlo se le añadieran sustancias químicas como el “metabisulfito”. Aquí en Tacoronte se le añadía alcohol para que los vinos no se “picaran”. Pero señores, la gente del norte obtenía sobre todo vinos blancos con mucha graduación y su conservante era el azufre: empezaban por conservar las viñas con azufre. Luego llenaban de azufre los racimos y azufraban las barricas metiéndoles mechas de carosos con azufre ardiendo. Cielos, los vinos, de Icod eran puro azufre.
Una noche se nos ocurrió probar el vino azufrado y aunque no nos gustó nada, no fue impedimento para que nos tomáramos unos vasos. Incluso alguno de nosotros se tapaba la nariz para bebérselo. En esto apareció Santi con un magnetofón que al parecer no funcionaba, pasó a manos de “los expertos” y conseguimos que pudiera grabar. Entonces empezamos a grabar nuestras voces hasta que se nos ocurrió sobre la marcha improvisar una letra y una música de toques de objetos a modo de tambor. Con la ayuda del azufrado conseguimos al final tener una grabación que consideramos aceptable de acuerdo con las condiciones claro. Al día siguiente Santi enseñó el magnetofón y dejó oír la grabación a varias personas del barrio que le celebraron “lo bien hecha que estaba”. ¡Hay que ver el poder del azufrado¡