03.09.2023 | Redacción | Relato
Por: Inmaculada Fuentes Ballesteros
Escritora Valenciana
Era el último día de las vacaciones. El tiempo de descanso tocaba a su fin y en breve estaría de vuelta.
Los pensamientos se amontonaban en su cabeza sin demasiado orden. Debía de terminar de recoger la casa y el equipaje, le asaltaban dudas sobre la vuelta al trabajo pero estaba convencida de que dar una vuelta le despejaría la mente.
La temperatura a esa hora empezaba a ser agradable, ya no hacía ese calor asfixiante de las horas centrales del día y decidió dar un paseo.
Iba tranquila, ensimismada en sus reflexiones.
Caminaba con la mirada fija en las baldosas del paseo y de vez en cuando se dibujaba una sonrisa en sus labios.
Recordaba algunos de los momentos que había vivido aquel verano. Había tenido la suerte de disfrutar del baño en el mar a primera hora de la mañana, cuando el amanecer comienza a hacerse realidad y la playa es un edén.
La máquina que se dedicaba a la limpieza de la arena la dejaba lisa y a punto para ser estrenada por sus pies desnudos.
El agua, perezosa, no se atrevía ni a moverse, la luz del alba comenzaba a reflejarse en ella y le otorgaba un aspecto irresistible.
Dejaba la toalla junto a las sandalias y la blusa justo en la orilla y se sumergía en aquel líquido maravilloso que la acogía como si fuera parte de él. Se sentía dueña y señora de aquel paraíso por un momento.
Después de nadar durante un rato, volvía a casa y disfrutaba de un rico desayuno en la terraza mientras dejaba que el sol bañara su piel.
Aquel verano también había tenido la oportunidad de disfrutar de una manera mucho más profunda de la familia y de los amigos.
Había jugado con los niños más de lo habitual, habían pintado juntos, leído fantásticas historias en estupendos libros, cocinado recetas nuevas que después comerían entre comentarios como los auténticos "chef".
Este verano hicieron más vídeo llamadas que nunca para poder seguir en contacto con esos amigos que no habían tenido oportunidad de visitar.
Si, había sido un verano cuando menos distinto pero llegó a la conclusión de que lo había sabido aprovechar al máximo.
Echaba de menos sin embargo, algunas rutinas pero sobre todo a algunas personas que ya no estaban aquí.
Seguía andando con calma, ahora un poco mohína, al ritmo que le marcaba el corazón y mirando al suelo cuando de repente le vino a la mente..., y levantó la mirada.
Entonces la vio.
Ahí estaba..., en las alturas..., observando desde arriba...,regia y elegante, sabedora de su poder de seducción..., conocedora de su irresistible atracción.
Brillaba de forma especial y se reflejaba en el mar contorneándose con ese sutil movimiento que le confería el agua, jugando a ir y venir pero casi sin ganas ya, despidiéndose para descansar. ¡Tenían tanta complicidad !
Se sabía enamorada..., se adivinada emocionada pero sobre todo..., se sentía afortunada y agradecida.