02.09.2024 | Redacción | Turismo
Por: Juan Antonio Narro Prieto
Esta imponente fortificación en el puerto de Acapulco se construyó en el siglo XVII por la corona española (con la ingeniería militar más avanzada de entonces) para la defensa de este asentamiento, estratégicamente situado, de ataques de piratas, corsarios y armadas enemigas.
Una guarnición pétrea que se convirtió en necesaria e imprescindible si tenemos en cuenta que Acapulco era punto de partida y regreso del célebre “Galeón de Manila” o “Nao de China”.
Se trataba de una ruta marítima comercial (utilizando algunos de los mayores barcos de la época) que funcionó de manera regular durante más de dos siglos y permitió el intercambio de mercancías y cultural entre el archipiélago filipino y esta parte de América.
Naturalmente un codiciado botín que venía cargado de toneladas de artículos, muchos de ellos, además de exóticos, de gran valor.
Su diseño, en términos arquitectónicos, es de estrella de cinco puntas (como un gran pentágono) y los obvios fines militares para los que se construyó permitieron la salvaguardia y protección de la ciudad.
El transcurso de los años y especialmente el terremoto de 1766 exigieron importantes demoliciones, restructuraciones y reformas mejorando sus defensas. Tantos siglos de historia y tantos avatares políticos, militares y sociales, lógicamente, hicieron que el fuerte tuviera durante algún tiempo otras funciones como cárcel, hospital o convento.
En todo caso, la historia de esta fortificación (el monumento histórico más importante de Acapulco) tiene también relación con variados y muy relevantes episodios históricos de México. Entre ellos, la guerra de independencia (con la toma del fuerte en 1813 a las fuerzas realistas), la segunda intervención francesa o la revolución mexicana.
En la actualidad, aquí se encuentra el Museo Histórico de Acapulco que, de manera didáctica y a través de diferentes salas (con una gran colección de objetos arqueológicos e históricos), relata detalles importantes de la historia de la ciudad y de la fortificación.
Acapulco, como es sabido, es uno de los más deslumbrantes destinos turísticos de México (con una de las bahías más bellas del mundo), cuyo nombre por sí mismo evoca días de playa, ocio y felicidad.
Pues bien, junto a esa imagen de glamour y diversión, conviene recordar que aquí se encuentra, y es visita inexcusable, una de las fortalezas levantadas en tiempos del imperio español más importantes del océano Pacífico.
Datos útiles:
¿Dónde dormir? El cinco estrellas que aconsejo es un icono en el mundo de la hotelería y la hostelería en Acapulco. Me refiero al emblemático Hotel Princess Mundo Imperial (www.mundoimperial.com/princess/).
Un resort de cinco estrellas, donde los detalles y el mimo al huésped son parte de sus ADN, ubicado frente al océano Pacífico (en la Riviera Diamante Acapulco), con varias piscinas e ideal para todo tipo de huéspedes.
De ser posible, es aconsejable comer en su restaurante “La Fishería”. Al aire libre, ofrece una magnífica representación con elaboraciones con diferentes pescados que harán las delicias del comensal.
Una escapada. Laguna de Coyuca. Un tesoro natural de agua dulce, rico en diversidad biológica, que el viajero no debe perderse.
Como curiosidad, una gran lengua de arena (allí llamada “barra”) separa sus tranquilas aguas, aptas para disfrutar de varios deportes acuáticos, del oleaje del océano Pacífico.