08.09.2023 | Redacción | Reflexión
Por: Inmaculada Fuentes Ballesteros
Autora del libro: "La noche que cambió mi vida"
Apenas se les presta atención pero nos rodean por todas partes.
Su pequeño tamaño contrasta con su enorme belleza.
Me acerco y me dejo perder entre su diminuto universo.
Observo lo más cerca posible esa escueta flor que concentra en su escaso tamaño su enorme atractivo...
Me gustaría ser en este momento una útil abeja para poder acercarme aún más a ella y llevarme su esencia conmigo...
Tal vez si fuese una grácil mariposa podría posarme levemente sobre alguna de sus hojas para así, sin dañarla, poder contemplarla y beber de su néctar...
Quizás siendo una incansable hormiga podría trepar hasta el mismo centro de su ser, y quedarme allí dormida un instante al cobijo de sus pétalos...
Infinidad de colores y formas adornan tan preciado festín para mis sentidos...
Dichoso ese párvulo caracol que en su lento pero incesante caminar consigue acercarse, vivir y hasta alimentarse de tanta hermosura...
Me siento una enorme gigante con suerte..., si, con suerte de poder observar y admirar la vida más ínfima..., los seres más pequeños..., las esencias más desapercibidas...
Me siento afortunada al poder disfrutar de esa diminuta belleza.