01.06.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Ya lo saben de sobra. Tenemos nuevo presidente del Gobierno de España, tan legítimo democráticamente como sus seis predecesores en el cargo y hago hincapié en la legitimidad de su elección, porque muchos fachas de este país han cuestionado la decisión del Parlamento de apoyar la moción de censura del PSOE, como queriendo invalidar la representatividad popular de los diputados del Congreso de la nación.
Sé que los hombres y mujeres conservadores de este país están contrariados y disgustados porque la mayoría de las fuerzas parlamentarias hayan desalojado de La Moncloa a uno de sus más dignos representantes (de la derecha, claro). Y sé también que muchos de ellos temen por sus bienes, por sus casas y hasta por sus pensiones. Pero no hay nada que temer, desde la óptica de cualquier ciudadano normal de este país.
Se ha dicho tal cantidad de cancaburradas y disparates en las últimas horas en los medios audiovisuales y digital que no salgo de mi asombro. He oído hablar incluso de "un Gobierno del Frente Popular nacionalista", de "un Gobierno Frankestein" y de calificativos por el estilo, en palabras de "prestigiosos" analistas políticos que demuestran no ser nada imparciales y muy subjetivos a la hora de lanzar mensajes directos y también subliminales.
Es evidente que en las próximas horas, Pedro Sánchez va a configurar un gabinete progresista, pero nadie puede asegurar que en ese Consejo de ministros vaya a habar ningún independentista vasco o catalán, ni ningún miembro de Unidos-Podemos o de Compromís. Por que hacer aventuras muy atrevidas no conducen sino a confundir al pueblo soberano, con intenciones muy torticeras.
Parece claro que el nuevo presidente del Gobierno va a tener que dirigir una etapa muy difícil y que nadie le arrienda las ganancias, pero uno, que muchas veces peca de ingenuidad, cree que algo va a hacer este hombre por la cohesión social, por invalidar la trágica reforma laboral aprobada por el Gobierno de Rajoy y porque las grandes corporaciones capitalistas ganen un poco menos de dinero, porque las entidades bancarias, las telefónicas y las eléctricas y la mayoría de las multinacionales que están en España se han embostado ya bastante en los últimos años.
Por lo demás, a mí no me asusta son todo lo contrario, que un dirigente socialdemócrata presida el Gobierno, igual que estuvo al frente del mismo durante catorce años un compañero de su partido, Felipe González, un verdadero estadista progresista, que ahora parece, por desgracia, algunos indicios de demencia senil, o algo por el estilo.
Me hace mucha gracia que determinados políticos de derechas (sobre todo del PP y Ciudadanos), por otra parte, hable del nuevo Gobierno de manera despectiva, sin ni siquiera haber prometido su cargo ante el Rey el nuevo primer ministro de la Corona española y sin conocer aún los nombres de los ministros del nuevo Gabinete.
Habría que ser objetivos, aceptar de buena gana los resultados de una decisión parlamentaria y dar un margen de confianza al nuevo presidente. Por lo menos, los cien días de rigor. Algunos de ustedes, queridos lectores, saben que quien escribe estas líneas no se casa con nadie. Y seré yo el primero en denunciar y criticar las cosas que se hagan mal. Sea quien sea el inquilino del Palacio de la Moncloa. Y eso.