Un mal rato

17.10.2019 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

El otro día pasé un mal rato navegando por Internet, cuando chateé por messenger, porque le dije a un contacto que no le iba a contestar más si no se identificaba correctamente y por lo menos me enseñara una foto suya y me dijera su nombre, en lugar de verle con un seudónimo.

Andaba detrás de mí, diciéndome que le gustaba mucho y que me conocía de verme en un bar de La Laguna donde yo suelo tomarme un cortado a media mañana, los días que salgo de mi casa y me doy un garbeo por las calles peatonales de la ciudad de los Adelantados. Por lo visto es un cliente habitual de ese establecimiento.

Resulta que el contacto me manda una foto y veo que aparece un hombre hecho y derecho, por lo que enseguida me di cuenta que el comunicante era homosexual, lo que me sorprendió al principio, porque sinceramente esperaba la foto de una mujer, pero tuve que adaptarme a las circunstancias y aclararle que había "pinchado en hueso", que a mí me encantan las mujeres y que mi opción sexual estaba bastante definida.

Me preguntó si sus mensajes me habían ofendido y le respondí que no, que respeto mucho a los homosexuales, ya sean femeninos o masculinos, pero que a mí nunca me han atraído las personas del mismo sexo, no por nada en particular, sino porque nací y soy heterosexual, aunque tengo amigos que son bisexuales y que afirman que ser así es lo mejor.

A mí que me dejen como estoy, que no ando a estas alturas de la vida para nuevas experiencias íntimas, y menos aún con hombres, no vaya a ser que me guste la experiencia y quiera repetirla, porque dicen que el que cruza de acera no vuelve a la de enfrente.

Sea como sea, lo cierto es que pasé un mal rato, porque quise dejarle a este chico las cosas muy claras sin que él se molestara y creo que lo conseguí. Ahora me estoy pensando si volver por ese bar, para evitar encontrármelo de frente, porque realmente me encontraría raro, más por él que por mí, que soy un hombre comprensivo y que siempre trato de respetar a mis semejantes, por encima de todo.

Al fin y al cabo, la situación se convirtió en una anécdota y seguramente este hombre lo habrá pasado peor que yo, lo cual, poniéndome en su lugar, no sería de extrañar. Y eso. Nunca me había pasado una cosa así... ¡qué quieren que les diga¡

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