25.01.2022 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Ruido en todas partes, asusta el silencio, la reflexión, meditación o cualquier forma de concentración. El Poder, con mayúsculas, que a lo mejor no es el que figura públicamente, quiere el pesebrismo, pan y circo, autómatas sin capacidad de decisión. Será que, a las nuevas generaciones, sin culpa propia, sino por el contrario, sufrientes, se les ha enseñado a no pensar, quitándoles de su vocabulario la palabra “esfuerzo” y lo que significa, para de esa manera controlarlas mejor. Por eso, los sesudos dirigentes ideologizados, del mal llamado progresismo, minusvaloran en la enseñanza reglada, la filosofía o las humanidades.
Lo que quieren es obediencia ciega a sus dictados dictatoriales, para implantar una sociedad distópica, donde ellos son los que piensan para que obedezcan t los demás. Tienen tufillo de mesianismo, que encima se lo creen. Necesitando, porque así se lo han inculcado, que los jóvenes estén conectados a cualquier sonido constantemente, que los tenga despistados, entretenidos y abobados. Pero tampoco, se escapan las personas maduras, refiriéndonos a la edad, para eso, tienen los programas basura de la televisión, que los enganchan, entretienen, haciéndolos pasivos, incrustándoles la comodidad y el aburguesamiento.
Lo que se pretende es que no haya protestas, revueltas, manifestaciones, reivindicaciones, que puedan alterar la gobernanza, que tan buenos beneficios personales y económicos, les está dando a la casta que la compone. Si hay que hacer cualquier protesta, ya se encargan ellos mismos de organizarla, dirigirla y terminarla, cuando crean que ya han cumplido con su deber, engañoso, de aparentar que están haciendo algo. Un ejemplo paradigmático, es lo que pasa en este país con la subida de la luz y como los sindicatos, desparecidos para todo, excepto para recibir subvenciones y otras entidades defensoras de los consumidores, siguen calladitos o sumisos, mientras la pobreza aumenta. No hay respuesta social, porque la ciudadanía está anestesiada culpablemente por el Poder, sólo la dejan protestar en las redes sociales, que le sirven de desahogo, pero teniendo cuidado de controlarlas también. Hay que mantener su orden, que muchas veces es explícitamente desordenado, es decir, lo que las élites gobernantes precisan para seguir imponiendo ideologías sectarias, peligrosas y totalitarias, bajo el marchamo de modernidad. Es la estrategia política del borreguismo. Que también pasa en muchos ámbitos productivos, donde hay organizaciones o entidades, que ni se les ve, ni se les espera. Tienen unas tragaderas más grandes que, aquel famoso mero de El Hierro, llamado Pancho. Todo sea para mantener las buenas relaciones con el gobierno de turno y por supuesto, la boca callada, porque hay ayudas por medio.
No se trata de eso, sino de exigir lo que es perentorio; demandar a quien no cumple con lo que le corresponde por el cargo que ocupa y sus responsabilidades; pedir incesantemente lo que necesita la iniciativa privada, la empresa, que sencillamente se resume en que nos dejen trabajar con una Administración moderna, eficaz y ayudadora; reclamar lo que es justo; protestar cuando hay que hacerlo y públicamente, no envalentonado en la mesa de las reuniones, donde después no sale nada a la luz pública como requerimientos exigibles, escudándose en la prudencia, que disfraza el acobardamiento. Ya decía el filósofo Friedrich Nietzsche: “también suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de los cobardes. ¡Sí, los cobardes son astutos¡”.
En todas partes cuecen habas, es urgente ser rebelde ante el estatus establecido, porque sólo sirve para consolidar la ralea dominante, que se disfraza de renovadora o reformista y en cambio, es lo mismo que tristemente hemos sufrido en otras etapas históricas que parecían superadas. Hay que volver a decir BASTA YA.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO