02.12.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
En un reciente artículo me referí a los caraduras, personas frescas y aprovechadas de cualquier situación, que cada día abundan más en nuestro entorno. Y es que actúan con una desfachatez increíble y, en cuanto te descuidas, te sorprenden con su actitud, porque no les importa lo que piensen los demás, ya que actúan a su libre albedrío, sin tener la más minima consideración hacia normas establecidas.
Suelen ser personas amorales, sin ética (porque no la conocen o no quieren saber lo que es), que se creen con derecho a todo, sin cumplir con ningún deber.
Viene esta reflexión a cuento de una anécdota real que ocurrió hace ya unos años en el Real Club Náutico de Tenerife, cuando un conocido abogado de la ciudad, que frecuentaba diariamente la citada sociedad privada, quiso ser directivo de la entidad y su nombre fui incluido en una candidatura concreta.
La sorpresa fue mayúscula, cuando se pudo constatar que el jurista (ya fallecido, por lo que no voy a citar su nombre, por respeto) no solo no estaba al corriente del pago de las cuotas como socio, sino que en realidad nunca había pertenecido al Club, ni había sido admitido como tal.
Evidentemente, la directiva saliente le invitó a este hombre, de apellido ilustre, a que no pisara más las instalaciones del RCNT, porque su situación era tan irregular como anómala y su comportamiento hasta el momento del "descubrimiento" nunca hizo sospechar que este individuo hubiera disfrutado durante tantos años de las instalaciones y de las ventajas (o inconvenientes, vayan ustedes a saber) que reportan para cada socio la pertenencia a una sociedad recreativa, con amplias instalaciones náuticas y otras para el divertimento y el regocijo de su membresía.
Su presencia en el Club era tan frecuente y habitual, que el personal de control de acceso al inmueble siempre dio por hecho que este señor --que siempre vestía de forma elegante y se comportaba como un auténtico caballero-- era un socio distinguido, por lo que nunca le pidió acreditación alguna para entrar en el RCNT.
Una curiosa anécdota, que es auténtica y que no corresponde a ninguna leyenda urbana, porque los hechos ocurrieron tal y como se los he comentado. Cosas que, sin explicación lógica alguna, pasan en esta vida. Para que ustedes vean que hay frescos y caraduras en todos los estratos sociales. Y eso.