18.07.2022 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Estamos preocupados por la reactivación de la COVID-19, parece que quiere quedarse como el Guadiana, que aparece y desaparece, ocurriendo sólo a intervalos, normalmente irregulares. No sabemos todavía si volveremos a los confinamientos, mascarillas o vacunaciones. Si lo unimos a la crisis provocada por el aumento generalizado de los precios y especialmente del combustible, más los efectos colaterales de la guerra de Ucrania, parece que estamos en plena película apocalíptica de ciencia ficción.
La vida sigue, aunque parece que nos acostumbramos a estas circunstancias especiales, como una cuestión irresoluble. No hay que entrar en pánico, ni que se apodere el miedo, es verdad que no es fácil de gestionar lo que sucede, pero las adversidades, también son oportunidades y ahí es donde tenemos que agarrarnos. Hay que recordar para aprender, hay hechos que se repiten, otros son novedosos que exigen nuevas respuestas y algunos inesperados, donde hay que poner imaginación y talento para sobreponerse. El mensaje es claro, siempre tenemos que pensar y actuar con ansias de victoria, porque vamos a ser capaces de reconducir lo torcido. Desde luego que costará, pero seguro de que es posible poniendo coraje
Por cierto, y dicho como de pasada, los que quieren cambiar la historia contemporánea de España, tal cual como se desarrolló, con una pretendida Ley de Memoria Histórica, lo único que hacen es borrar la verdad, acomodándola a sus intereses ideológicos o partidistas actuales y negar una Transición política que fue ejemplar, donde imperó el consenso y el diálogo. Todo lo contrario de lo que sucede ahora, donde existe una clase política bastante mediocre en su mayoría, aprovechados para vivir de ella y un frentismo perjudicial.
Seguimos enquistados con el problema con mayúsculas: esa Administración Pública, que no sirve, lo repetimos con frecuencia adrede, para ver si alguien toma nota, pero la verdad es que se mira para otro lado, porque hay miedo escénico, político y electoral, para enfrentarse a una Función Pública, mayoritariamente empoderada, sindicalizada e intocable. Las dependencias oficiales se parecen a una tienda de muebles, porque cuando se entra, no se ven sino mesas y sillas vacías, armarios por doquier, ordenadores apagados, luces encendidas y alguna alma en pena por los alrededores. Es la improductividad manifiesta, tangible.
Las empresas no podemos seguir aguantando esa incompetencia de una burocracia, que trabaja, aunque parezca mentira, para perjudicar a los ciudadanos y al propio tejido empresarial. Dos ejemplos concretos, el primero a nivel local, hace ya más de un año, en un ayuntamiento de Tenerife, se tuvo que hacer una obra de urgencia, por una empresa de demolición y movimiento de tierra, debido al peligro que significaba una situación de derrumbe bastante complicada y que afectaba a muchos vecinos. Acudió rápidamente, como es su obligación profesional, ante la llamada inquietante del ayuntamiento, ejecutando la obra con rapidez. Pues todavía, después de tanto tiempo, está esperando cobrarla, porque necesita liquidez y no hay manera, porque la burocracia nunca tiene prisa para pagar. El otro caso sucede a nivel insular, donde una empresa presenta una documentación para legalizar una maquinaria, le dicen que no cuentan con recursos, que hay mucho personal de baja, que no le pueden decir cuando se resolverá el expediente, que tienen tres meses para contestar y que incluso se podría dar el caso, que si no les da tiempo a contestar quedaría desestimada la solicitud y tendría que volverla a presentar, totalmente insólito. Esto y cosas más esperpénticas, es con lo que nos encontramos a diario los empresarios. Así no se puede trabajar, crear empleo y riqueza social. No hay sino una alternativa, o se moderniza y acomoda a los tiempos presentes la Administración Pública o Canarias nunca saldrá adelante.