07.08.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paaco Pérez
pacopego@hotmail.com
No sé si se habrán dado cuenta que, en los últimos días y como arte de magia han desaparecido del muelle sur del Puerto de Santa Cruz las plataformas petrolíferas allí atracadas, algo que es evidente y palpable.
Fuentes solventes me han comentado que las plataformas han sido trasladadas al Puerto de La Luz y de Las Palmas, por determinadas presiones de la sociedad chicharrera profunda, que entiende que la presencia de esas moles son antiestéticas para la ciudad, ignorando supinamente los beneficios que la presencia de las mismas significan para la economía tinerfeña y para el fomento del empleo en la Isla.
Si es cierto que esas plataformas han sido desplazadas a la isla de enfrente, por las protestas de unos señoritingos, hemos tirado por la borda un creciente negocio de reparación de esos monstruos flotantes, en beneficio de Gran Canaria, que acogerá esta actividad de reparación naval con los brazos abiertos, porque allí tienen un espíritu comercial más dinámico y son mucho más emprendedores que los empresarios tinerfeños, anclados en la mitad del siglo pasado o incluso antes, cuando Franco estaba en la guerra de África.
En Tenerife parece que siempre estamos en contra de todo, que no se quiere mover ni un plato para que todo siga igual, y así nos va. En Las Palmas los precios de las escalas y atraques de los buques son más baratos que en Santa Cruz, ofrecen mejores precios en los carburantes a las compañías marítimas y hasta avituallan a los buques de agua sin cobrarles un euro.
Y así nos va, claro. Las Palmas nos gana en casi todo y han convertido la ciudad en la verdadera capital de Canarias, mientras aquí seguimos pensando en pajaritos preñados. Los canariones, por su empuje y su unión, se merecen lo que han conseguido en los últimos tiempos. Por hoy no diré más, pero hay datos comparativos que hacen que me suba por las paredes.