10.04.2017. Redacción / Opinión
Por: Grego Calzadilla
La mayoría de las veces, cuando queremos triunfar en algo, deseamos parecernos a alguien que ha triunfado en lo mismo, y pocas veces queremos parecernos a nosotros mismos triunfantes.
El problema es que nos estamos inspirando en la vida de otras personas y anhelamos obtener los mismos resultados que ellas, sin entender que nuestra misión y nuestras circunstancias son diferentes a las suyas. Es bueno
inspirarnos en alguien como motivación para conseguir un objetivo, pero si ese objetivo está alentado por nuestra propia alma, hasta eso sobra. Cuando necesitamos imitar obsesivamente a otros, es que no hemos sabido encontrar nuestro propio y auténtico camino de auto-realización.
No te engañes a ti mismo (o a ti misma) intentando querer ser lo que no eres, o haciendo lo que no te corresponde en esta vida, porque en el transcurso de los años llegarás a sentirte terriblemente vacío y desdichado. Nadie te conoce mejor que tú, y nadie sabe mejor que tú lo que te motiva y te hace sentir realmente feliz.
Intenta encontrar el impulso más sincero y honesto dentro de ti, y no fuera. No pierdas más el tiempo emulando o copiando a otros, o recorriendo el camino que otros quieren que recorras únicamente para agradarles o por
ser lo que ellos no pudieron o no se atrevieron a ser. El precio que pagarías sería demasiado alto, y nadie jamás te lo va a agradecer lo suficiente. No te niegues y te traiciones cruelmente a ti mismo (o a ti misma).
Tu vida es única, tú eres un Ser único y tu misión es ÚNICA. Y nunca es tarde para recuperar el tiempo perdido si te has extraviado.
El auténtico cometido, por el que has venido aquí, es el que motivará verdaderamente a tu corazón, con el que disfrutarás y el que te hará sentir inmensamente feliz. Da lo mismo el resultado que obtengas o como quieras
vivir, esa llama permanecerá siempre viva y ardiente dentro de ti y estará reflejada en tu mirada, en tu sonrisa y en la paz de tu interior.
Los grandes personajes de la historia no llegaron tan lejos por imitar a otros, sino por seguir el propio entusiasmo que brotaba desde su corazón. Fueron fieles a sí mismos, a sus convicciones, y a esa fuerza imparable e
inagotable que, a pesar de las dificultades e inconvenientes, siempre les impulsó a hacer frente a la tormenta con valentía, y a vencer.
Ese impulso es el que debes encontrar en tu interior. Y tu misión no siempre tiene que estar ligada al reconocimiento social, al éxito o al dinero sino a lo que hayas venido a hacer aquí. Lo que tu alma necesite para seguir creciendo y progresando.
Esa misión puede ser tanto la de un personaje público e influyente como la de una humilde ama de casa, una madre o un padre de familia. No debes compararte con otros, cada uno tiene su propio recorrido y aprendizaje.
¿Qué más da si a lo que de dedicas te hace sentir plenamente feliz y realizado?
Es como cuando estás profundamente enamorado de alguien. Para ti esa persona lo es todo. Cumple con todos los cánones de belleza y perfección que a ti te bastan. No te importa lo más mínimo el ranquin por el que se
mida el resto del mundo, no dudarías en escoger a ese ser que tienes a tu lado. No habría comparación, ni necesidad de medirlo en una escala. Siempre saldrías ganando porque para ti tienes al mejor. ¡Simplemente los demás
sobran¡
El verdadero valor de nuestra misión pocas veces es medido correctamente en este mundo, pero eso no le quita ni un ápice de la auténtica importancia espiritual que posee y conlleva para nuestra alma. Cada uno de nosotros ha venido aquí a hacer algo importante para sí mismo, no para los demás. De ahí que lo fundamental es nuestro grado de felicidad en la realización de ese cometido. Eso marcará el nivel de alineación con nuestra misión de vida.
El Creador sólo te pide que seas sincero con tu corazón a través de tu felicidad. Lo único que a lo que tenemos derecho, y que es patrimonio de todos.
Para los que creen que la vida sólo es una y luego todo se acaba, es bien diferente. Intentarán ser los primeros en todo y por encima de todos, a toda prisa y estresados, amasar fortunas, crear imperios, y sacar la máxima
tajada a cualquier precio, aunque para ello se vean obligados a vender su alma al diablo. Pero para los que han despertado en la Consciencia del Ser y en la auténtica esencia del alma, esa idea es limitante, absurda y
ridícula. No hay prisas, no hay que competir con nadie, no se acaba el tiempo, y el alma es inmortal.
De esa idea limitante sólo se nutren los perdidos, los indecisos, los manipulables, los moldeables, los que se dejan influir y llevar por los demás y por las ficticias escalas de medición del éxito y de la fama. Eso lo saben bien los que mueven los hilos del sistema, que se aprovechan para venderles humo y jugar con su codicia y con su desconocimiento sobre sí mismos.
Cuanto más tiempo emplees en conocerte a ti y en entender los resortes que mueven a tu alma, más capacitado estarás para saber lo que has venido hacer a este mundo.
Hazte una pregunta... ¿Si tuvieras en este momento de tu vida todo el dinero para hacer y conseguir lo que quisieras, seguirías haciendo lo que haces, seguirías estando con la persona con quien estás, seguirías llevando
la vida que llevas?
Si la respuesta a grandes rasgos es SI, vas por buen camino. Si es un NO rotundo, estás tirando tu existencia a la basura. Estás fracasando en tu misión de vida, y lo más probable es que culpes a las circunstancias, a los
demás, y al mundo entero si es preciso, de tu desgracia.
No hay cosas buenas ni cosas malas, no hay vidas buenas ni vidas malas, porque a cada uno le corresponde la vida que le ha tocado vivir acorde a sus pruebas y a su crecimiento espiritual.
La envidia y la crítica, así como el juzgar las cosas y a las personas de buenas o malas es una pérdida de tiempo que te limita y te quita la energía. Tú ya tienes todo lo que necesitas para cumplir tu misión, y si no
lo tienes es que te has entretenido en lo que no es tuyo. Cuando envidiamos o criticamos la vida de otros, eso sólo nos está indicando que no estamos viviendo correctamente la nuestra, por cobardía, por apatía o por temor.
¿Te imaginas que le hubiera tocado la lotería a la madre Teresa de Calcuta o a Mahatma Gandhi? ¿Se hubieran comprado un yate o una mansión, o hubieran empleado todo ese dinero en seguir haciendo lo que vinieron a hacer?...
Y ahora la pregunta del millón… ¿Crees que con esa fortuna hubieran hecho más, o algo distinto, de lo que hicieron? Ten por seguro que NO. Ya en su misión estaban implícitos los recursos y los medios para conseguir lo que
consiguieron y para hacer lo que hicieron, porque estaban alineados con su alma. Y cuando te alineas con tu alma y con tu misión de vida, el Universo entero te provee de lo que necesitas.
Intentar ser o hacer lo que no te corresponde por complacer a otros o a tu ego, te costará el alto precio de la FRUSTRACIÓN y la INFELICIDAD.
Podrás tener dinero , prestigio o poder pero morirás con un profundo vacío de tristeza dentro de tu corazón.
Valórate siempre por tu grado de felicidad en esta vida, y no por todo el poder o el dinero que hayas sido capaz de acumular. La felicidad y el amor que hayas podido dar y recibir será lo único que podrás llevarte dentro del
equipaje en tu viaje a las estrellas.