14.10.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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En un viaje que realizó desde Sevilla a Madrid en tren, en el año 1936, Antonio Leal Martín, el mecenas que mandó construir a principios del siglo XX el teatro lagunero que lleva su nombre, desapareció misteriosamente en el trayecto y nunca más se supo de él. El conocido lagunero, descendiente de palmeros, era muy aficionado a los toros desde que se trasladó a vivir a la capital andaluza, en 1910, e iba a la capital de España a presenciar una corrida. Nunca se encontró su cadáver y su supuesta muerte sigue siendo un enigma todavía hoy, ignorándose si fue asesinado ese año trágico de nuestra historia, con el comienzo de la guerra civil.
Según diveros documentos relacionados con su persona, Antonio María de la Consolación Leal Martín fue el promotor y mecenas del Teatro Leal, dotando así a La Laguna de un recinto cultural de postín que la administración municipal, con sus medios, solo podía soñar entonces. En el propósito, Leal invirtió parte de la fortuna que había heredado de su padre, un rico hacendado cubano de origen palmero. Y se rodeó de los mejores para levantar el inmueble, el arquitecto Antonio Pintor y Ocete, y los artistas Manuel López Ruiz, Manuel Verdugo y Benjamín Sosa y Lugo, que se ocuparon de la decoración.
Leal nació el 4 de septiembre de 1881 en la Calle Consistorio, 10, y fue bautizado por el presbítero e historiador, José Rodríguez Moure. Antonio Leal Leal (1851-1884), su padre, fue un rico hacendado cubano de origen palmero, nacido en La Güira De Melena y vinculado a la producción de café, caña de azúcar y tabaco. Hijo de Antonio Leal Méndez (natural de Mazo) y de Antonia Leal Domínguez (nacida en Cuba).
En 1880, Antonio Leal Leal se casa con la lagunera Lucía Martín Pérez (su madre) hija de Antonio Martín y Bárbara Pérez, ambos vecinos humildes de La Laguna. Lucía y una de sus hermanas eran las encargas de atender al sacerdote e historiador Rodríguez Moure. En 1882, cuando Antonio Leal Martín aún no había cumplido dos años, su familia se traslada a Cuba, donde reside en la hacienda “Iberia” propiedad de su padre.
En 1884 su padre fallece víctima de las denominadas “fiebres tropicales”, dejando como heredero de una gran fortuna a su hijo, con numerosas propiedades tanto en Cuba como en La Laguna y en La Matanza.
En 1887, Lucía Martín Pérez (madre), contrae matrimonio en segundas nupcias en Cuba con Juan de la Cruz González (padrastro), natural de Las Breñas, La Palma --quien por entonces era el administrador de las tierras de Leal, y poco después de la boda regresan a La Laguna, debido a las guerras manbisas. Tras su regreso, residen en la Casa Alvarado Bracamonte (Casa de los Capitanes), heredada de su padre.
En 1888 nace Juan de la Cruz Martín (primer hermanastro) e importante personaje en la gestión del Teatro Leal. Fruto del segundo matrimonio de su madre, Leal tuvo siete hermanos: Juan, Felisa y Félix (gemelos), Mª Antonia, Amado, Antonio José, Augusto y Venancio de la Cruz Martín.
Juan de la Cruz González (su padrastro) fue un hombre “siempre preocupado por proporcionar estudios a todos sus hijos, enviándolos a buenos colegios, porque su afán era que tuvieran cultura, con una visión que no se tenía en aquella época”. Trató igual a su hijastro, para el que siempre fue un hijo más; de ahí el agradecimiento de éste, “no sólo por ocuparse de sus asuntos económicos, también por su dedicación y ocupación en el terreno afectivo y en su educación”.
En 1905, Leal Martín contrae matrimonio con su prima, María Leal Laserna, hija de José Leal (su tio) y María Laserna. Matrimonio de conveniencia a objeto de no dividir las propiedades familiares. Tal vez por ello, los cónyuges se distanciaron prontamente, lo que llevaría a Antonio Leal a ausentarse frecuentemente de la isla.
Su única hija, Sara Leal Leal, nace en 1906. La pareja residía por entonces en una finca de la calle del Agua, haciendo esquina con la del Tambor , vivienda posteriormente conocida como "la casa del General Anatolio Fuentes", aunque a partir de 1910 fija su residencia en Sevilla, donde crece su afición por el mundo de los toros, lo que le llevaría a viajar por toda la Península para acudir a las plazas con los mejores carteles de diestros.
En 1912 y su amor por la ciudad de Aguere le lleva a invertir en la construcción del Teatro Leal unas 800.000 pesetas de la época. Una cantidad importante si tenemos en cuenta que la recaudación de Santa Cruz y La Laguna juntas, no superaba las 26.000 pesetas anuales. Aunque él nunca mostró especial interés por asumir la gestión de este espacio cultural, siendo su hermanastro, Juan de la Cruz Martín, quien se puso al frente de la dirección del teatro, inaugurado el 11 de septiembre de 1915.
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