03.02.2019. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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Seguramente, al final, Guaidó le ganará la batalla decisiva a Maduro y le echará del poder, porque el dinero es un poderoso caballero y más en el mundo occidental capitalista que, todo hay que decirlo, ha bloqueado la economía de la República de Venezuela sin piedad desde Hugo Chávez.
Pienso que el comandante golpista era un iluso revolucionario que en los tiempos actuales quiso equilibrar las grandes diferencias sociales de la población venezolana y las grandes fortunas internas y gran parte del capital foráneo tocaron a rebato y huyeron enseguida del territorio nacional, sobre todo a raíz de la nacionalización generalizada de bienes y servicios emprendida por Chávez.
Como es bien sabido, el dinero no tiene sentimientos y, por eso mismo, la revolución chavista no tuvo más remedio que pedir ayuda al régimen castrista de La Habana y Fidel, encantado, a cambio del petróleo venezolano envió a Venezuela, con la bendición de los rusos, miles de maestros y médicos cubanos, y lo que es más significativo, decenas de mandos militares del régimen comunista de la vecina isla caribeña, que en cuestión de meses empezaron a depurar a los mandos castrenses sospechosos de no apoyar a Chávez, además del control el servicio de inteligencia y el Sebin, con lo que la supuesta revolución quedó presa de los hermanos Castro.
A pesar de todo, Chávez timoneó como pudo y le dejaron en los primeros años, pero luego llegó su grave enfermedad y posterior fallecimiento y accedió al poder un analfabeto funcional llamado Nicolás Maduro, que ha sido un títere del verdadero cerebro de la llamada revolución, un tal Diosdado Cabello, un militar que presidió años atrás la Asamblea Nacional y que es quien controla las alcantarillas de la República, el que ha hecho ricos a los dirigentes chavistas y el artífice del las operaciones represivas y del narcotráfico de Estado.
Se dice que en la casa del pobre siempre hay necesidades y estos supuestos revolucionarios herederos de Chávez han llevado al país hermano a la miseria, con la inestimable colaboración de EE.UU y los principales países del mundo capitalista, que ahorcaron la economía venezolana.
También han tenido mucho que ver en Venezuela dos grandes nacionales del "otro lado", como la antigua Unión Soviética, o más propiamente dicho la Rusia de Vladimir Putin, y también la República Popular de China, que siguen apoyando a Maduro no por cuestiones ideológicas sino crematísticas, sino por interés que ambas potencias han mostrado por el petróleo venezolano.
En la actualidad, con la autoproclamación de Guaidó como presidente interino de Venezuela (respaldado por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea), se plantea una difícil solución a esta tremenda telaraña política y socioeconómica del país caribeño, y es muy probable que la transición de un régimen dictatorial a otro apadrinado por Donald Trump no se produzca de manera pacífica y tengamos que lamentarnos de un indeseable baño de sangre en las calles de Caracas y otras importantes ciudades venezolanas. Ojalá que prevalezca la paz y no se produzca un enfrentamiento atroz entre los dos mitades del pueblo, como ocurrió en España con una guerra civil (1936-39) entre compatriotas de un bando y otro. Recemos.
Imagen de archivo: news.sky.com | CEDIDA | Juan Guaidó