La anécdota del Bar "El Refugio" y el chalet de Iglesias

23.05.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

En los años duros de la posguerra civil española, en el decenio de los cuarenta, la gente de las Islas vivía con mucha precariedad y la población era eminentemente pobre, subdesarrollada y la mayor parte de ella analfabeta.

Por aquella época un señor que era cliente fijo del bar "El Refugio" (que estaba situado en la calle lagunera de La Carrera, haciendo esquina con Núñez de la Peña) acudía casi todas las tardes a leer los periódicos del día y siempre se tomaba un café, una copa de coñac francés y un puro habano de calidad, cosa nada extraña si el individuo tenía posibles y se gastaba el dinero allí para satisfacer sus pequeños vicios.

El hombre, que ya peinaba canas por aquel entonces, era un veterano republicano que no fue a la guerra, pero el régimen franquista le había confiscado un estanco de Tabacalera en cierta ciudad peninsular por el hecho de "ser rojo", para dárselo a la viuda de un militar "azul" de alta graduación.

Conocedores algunos otros clientes de sus inclinaciones políticas, uno de ellos se atrevió a preguntarle cómo una persona de ideas socialistas siempre pedía el mejor puro y la marca más cara de coñac.

Aquel hombre, sorprendido por la pregunta, no dudo en contestarle al curioso individuo que, efectivamente, él tenía ideas progresistas pero tenía la libertad de elegir lo que consumía y disfrutar bebiendo y fumando. "Claro que defiendo un mayor y mejor reparto de la riqueza. subrayó, y aspiro a que todas las personas puedan vivir como yo vivo".

Me he acordado de esta anécdota, porque de la misma forma y manera ha actuado Pablo Iglesias al comprarse un chalet de 600.000 euros en la Sierra cercana a Madrid, para el disfrute personas y de su pareja, Irene Montero, también dirigente de Podemos y que actualmente está embarazada de dos gemelos.

Claro que el señor Iglesias Turrión es libre de comprarse todos los palacios que quiera, si tiene con qué, pero aquí no se trata del hecho concreto de la compraventa de un inmueble de lujo, sino de la necesidad de que las personas que se dedican a la política deben ser consecuentes, éticos y morales, con lo que predican.

A mí estos populistas pseudomarxistas, si quieren que les diga la verdad, no me terminan de convencer, porque predican mucho la lucha de clases, critican a lo que ellos llaman miembros de " la casta" y al sistema capitalista que rige en Occidente, pero a la mínima oportunidad que tienen hacen lo mismo que han denunciado durante años.

Los políticos han de ser consecuentes con lo que expresan y con las hipotéticas ideas que pregonan. Por eso no me gusta el populismo barato. Ni de Podemos, ni de Coalición Canaria, ni de quien sea.

Prefiero personas íntegras, comprometidas con una forma de vivir y de compartir, como el expresidente latinoamericano Pepe Mújica, o el dirigente sindicalista español Marcelino Camacho, líder durante muchos años de Comisiones Obreras, que vivió junto a mujer sin ninguna clase de lujos.

O como Julio Anguita, el califa cordobés, que nunca jamás se ha desmadrado y que, siendo consecuente con sus ideas, ha vivido de una manera normal, como profesor de secundaria que fue, en un piso muy normalito, como un miembro más de la clase media española.

Don Pablo y doña Irene han metido la pata en el momento más inoportuno y ahora han sometido la decisión de comprar el tan traído y llevado chalet a la consideración del casi medio millón de inscritos en Podemos... Si el recuento de los votos va a ser igual que en las últimas elecciones orquestadas por Maduro en Venezuela, apaga la luz y vámonos.

Paco Pérez

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